Sacerdote bielorruso: «La gente no ha hecho nada malo. Solo ha salido a la calle a pedir justicia» - Alfa y Omega

Sacerdote bielorruso: «La gente no ha hecho nada malo. Solo ha salido a la calle a pedir justicia»

En conversación con Alfa y Omega, el sacerdote bielorruso Jan Romanowski —testigo directo de la brutal represión contra los manifestantes— reconoce que la situación en el país está ahora «mucho más tranquila» aunque augura una «muy difícil solución» al enrocamiento de Lukashenko en el poder. Él se agarra a la oración y pide en la calle el fin de la violencia

José Calderero de Aldecoa
Jan Romanowski (a la derecha) junto algunos compañeros sacerdotes pidiendo el cese de la violencia
Jan Romanowski (a la derecha) junto algunos compañeros sacerdotes pidiendo el cese de la violencia. Fotos cedidas por Jan Romanowski

Cientos de miles de personas han vuelto a salir a las calles de toda Bielorrusia para protestar contra los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 9 de agosto, que otorgaron la victoria al presidente Alexander Lukashenko —en el poder desde 1994— pero que no han sido reconocidas por la mayoría de los países de la comunidad internacional y que fueron amañadas según la oposición.

La noticia también está en la no detención de ninguno de los manifestantes, circunstancia que sorprende después de que las primeras jornadas de protesta contra el mandatario —brutalmente reprimidas por orden del presidente— se saldaran con cerca de 7.000 detenidos.

Sin detenciones, de momento también se han acabado las torturas infringidas en la cárcel por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Muchos bielorrusos decían haberlas sufrido durante su paso por la prisión y las marcas y moratones de sus cuerpos parecían confirmar sus palabras.

Gritos que llegan hasta la catedral

Alfa y Omega ha podido confirmar este extremo gracias a Jan Romanowski, formador y director académico del seminario de la ciudad de Grodno y también capellán del centro penitenciario local. «Actualmente tengo prohibida la entrada por la cuestión del COVID-19», pero con las cárceles a rebosar, «el arzobispo Kondrusiewicz pidió oficialmente que nos dejaran acceder para atender a los presos. Se han negado rotundamente», asegura el presbítero.

Sin embargo, «un diácono que está trabajando en la catedral de Grodno me contó que no podía dormir de los gritos de dolor que se escapaban de la prisión que hay pegada al templo. Se le quedaron grabados en la cabeza y no le dejaban conciliar el sueño».

Un manifestante enseña los moratones causados supuestamente por la Policía tras su puesta en libertad. Foto: EFE/Tatyana Zenkovich

Testigo de la violencia policial

Romanowski, por su parte, sí ha sido testigo directo de la violencia en las calle. «Varios compañero salimos a apoyar a la gente y a protestar contra el uso de la fuerza hacia los manifestantes», asegura. «Vi con mis propios ojos la represión» y «no podía quedarme de brazos cruzados», asegura el director académico del seminario, que se fue a pedirle explicaciones a la Policía: «“La gente no ha hecho nada malo. Solo han salido a la calle pidiendo justicia y verdad». Pero el agente «se quedó callado, solo al final dijo que dejáramos de provocar». Con todo, Jan Romanowski reconoce que «ahora la cosa está mucho más tranquila».

No ha contribuido a rebajar la tensión, sin embargo, el presidente Lukashenko, quien ayer difundió a través de su gabinete unas imágenes en las que se le veía en el palacio presidencia con chaleco antibalas y un rifle en la mano y que hace una semana aseguró que «no habrá otras» elecciones en el país «hasta que me matéis».

Papel de la Iglesia

La Iglesia ha tomado el papel contrario —desde el Papa hasta los obispos, incluyendo Justicia y Paz Europa— y no ha cejado en su llamamiento al fin de la violencia. Los fieles y los sacerdotes lo ha hecho en la calle y los obispos por escrito en una carta al Gobierno pidiendo justicia, que se acaben las torturas y que cese la represión.

Además, «en todas las Iglesias se están celebrando Misas por Bielorrusia, se han convocado adoraciones y los jóvenes están rezando por el país». Hace unos días, por ejemplo, los cristianos en Minsk salieron juntos a la calle para rezar por la situación actual.

Difícil solución

Con Lukasenko enrocado en el poder, Romanowski cree que la situación tiene una «muy difícil solución». Sin embargo, este sacerdote bielorruso se muestra esperanzado mientras se agarra a la oración para pedir que se resuelva de la mejor manera posible.

Jan, junto a otro sacerdote, pidiéndole explicaciones a la Policía por la violencia