Sacerdote apuñalado en Alcorcón: «Me defendí como Bruce Lee con clergyman»
«Estuve sereno en todo momento, rezando al Señor por ese pobre chico, antes, durante el forcejeo de cinco minutos, y después», dice don Javier Contreras. El agresor es un joven en tratamiento psiquiátrico
El sacerdote Javier Contreras, párroco de San Josemaría Escrivá de Balaguer, en Alcorcón (Madrid), herido tras ser asaltado a primera hora de este jueves a la puerta de su parroquia, ya ha sido dado de alta médica y su estado no reviste gravedad.
El presbítero, también capellán en el Hospital Sur, en el campus de la Universidad Rey Juan Carlos y en el colegio Fuenllana, fue atacado por una persona con un trastorno mental que portaba un cuchillo, con el que le produjo heridas en el omóplato, bíceps y mano que han requerido de su traslado al Hospital de Alcorcón, donde se le dieron doce puntos de sutura en su mano derecha. El agresor ha sido detenido por la Policía y se descarta que haya sido un delito de odio.
Javier Contreras, de 73 años de edad e incardinado en el Opus Dei, ha escrito un mensaje a sus feligreses, en el que con humor afirma que está bien y que «el agresor es un chico joven con un proceso psiquiátrico y que parece que quería un cura menos».
Contreras se dirigía a las 7:10 horas de la mañana a abrir la iglesia cuando recibió tres puñaladas en el aparcamiento. «Me defendí como Bruce Lee con clergyman, y gracias a eso no fue a mayores. Estuve sereno en todo momento, rezando al Señor por ese pobre chico, antes, durante el forcejeo de cinco minutos, y después», escribe.
Contreras comenta también que el chico le agredió «porque los sacerdotes matamos a los niños…», le dijo. Habló con él cuchillo en la mano y le preguntó: «¿Por qué haces esto con personas que ayudamos a los demás? Mira, desde mayo hemos entregado más de 30 toneladas de alimentos en Cáritas a personas muy necesitadas». Y el chico le contestó: «Por eso no te he matado», a lo que el sacerdote comenta con humor: «Cáritas me ha salvado la vida».
Ahora, Contreras afirma sentirse «muy tranquilo y con ganas de seguir trabajando. No hay nada de odio a Dios en todo esto, sino una crisis psicótica aguda, eso espero al menos. Estoy sereno y con ganas de seguir trabajando por el Señor».