Rusia califica de «terrorista» a un exdiácono por apoyar a Ucrania - Alfa y Omega

Rusia califica de «terrorista» a un exdiácono por apoyar a Ucrania

Dimitri Bayev dejó Rusia en marzo después de ser acusado por colgar en sus redes sociales mensajes de apoyo a Ucrania. Ha sido expulsado del sacerdocio

María Martínez López
El exdiácono Dimitri Bayev. Foto: therussianreader.com.

El Servicio Federal Ruso de Seguimiento Financiero (Rosfinmonitoring) ha agregado a Dimitri Bayev, exdiácono de la parroquia ortodoxa de San Juan Bautista de Kirov, a su lista de «terroristas y extremistas». Informa de ello el medio independiente sobre Rusia The Insider, con sede en Letonia. Bayev huyó de Rusia después de haber sido acusado en marzo de difundir información falsa sobre las Fuerzas Armadas rusas.

Al comienzo de la invasión, el exdiácono publicó en su perfil de la red social VKontakte mensajes de apoyo al Ejército Ucraniano. Afirmó, por ejemplo, que habían «enviado a 17.500 orcos al más allá». También se refirió a los soldados rusos en Ucrania como «ocupantes». Según las autoridades, le mueven «motivos políticos, ideológicos, raciales y de odio religioso». Al negarse a eliminar el contenido de su perfil, la Fiscalía General de Rusia ordenó al regulador ruso de los medios de comunicación, Roskomnadzor, que bloqueara el acceso a su cuenta.

Bayev era consciente de que podía ocurrir. En abril, en una entrevista a Idel.Reali, explicaba que «el objetivo de los mensajes era que al menos una persona tuviera tiempo de salir de la intoxicación propagandística» antes de que su perfil fuera bloqueado. O, «al menos, de cuestionársela y de comenzar a entender el estado real de las cosas, ordenar su cabeza y llegar a las conclusiones correctas».

Sacerdotes con miedo

Antes de huir de Rusia con su familia, el hasta entonces diácono de San Juan Bautista presentó la renuncia a su puesto. Sus decisiones también le han valido represalias por parte de la jerarquía ortodoxa rusa. En marzo le prohibieron ejercer como sacerdote, y en septiembre fue expulsado del sacerdocio. Ese mismo mes, las autoridades presentaron nuevos cargos contra él, en este caso por supuestamente justificar el nazismo.

En una entrevista a Radio Svoboda de la que se hace eco AsiaNews, Bayev afirmó que «Russia ya no es el país que conocemos, se llama Ruzzia», aludiendo a las Z que marcaban los vehículos militares rusos. «Ya no tiene un pueblo, sino solo una masa de residentes sin alma a los que les gusta vivir en la ilusión de una grandeza efímera». Arremetía además contra sus compañeros de sacerdocio, que según él «no reflejan el verdadero pensamiento de la Iglesia, y llevan a muchos fieles al error». Reconocía que muchos otros clérigos no están de acuerdo con los mensajes de la jerarquía a favor de la guerra, pero tienen miedo de perderlo todo porque con frecuencia son padres de familia numerosa. «La verdadera fe de nuestro pueblo no está en los cuentos de hadas sobra la antigua Rus», sino en la capacidad de sentir compasión y ofrecer el sufrimiento.

Registros en iglesias pro-Moscú

También el Gobierno de Ucrania puede estar tomando medidas contra clérigos, en este caso prorrusos. El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU por sus siglas en ucraniano) anunció el 10 de diciembre que había procesado a un diácono de la Iglesia ortodoxa ucraniana vinculada a Moscú por «actividades subversivas». Durante un registro en una iglesia de Zaporiyia, se encontraron mensajes publicados en VKontakte a favor de la invasión y «negando la existencia del pueblo ucraniano, de su lenguaje y su cultura».

Según informa The Kyiv Independent, desde finales de noviembre el SBU ha estado llevando a cabo registros de lugares religiosos pertenecientes a la Iglesia ortodoxa ucraniana vinculaa a Moscú en todo el país. En ellos, según las autoridades, se han encontrado pasaportes rusos, propaganda antiucraniana e iconos robados. El 2 de diciembre, el presidente Volodimir Zelensky firmó un decreto a propuesta del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania para prohibir los grupos religiosos afiliados a Rusia y para imponer sanciones a algunos obispos y clérigos afines a Moscú.