Rodrigo Fábrega: «Una evaluación que se puede hacer con IA debe cambiar»
Este chileno lleva 15 años investigando la relación entre tecnología y educación en el Laboratorio del Desarrollo de la Creatividad del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Sus padres, maestros, le inculcaron el amor por la docencia y desde entonces no ha parado de investigar sobre inteligencia artificial (IA) y creatividad. Entre otras cosas, Fábrega invita a replantearnos para qué aprendemos.
¿Cómo está cambiando la IA la educación?
Antes debemos preguntarnos qué teoría educativa está detrás. Ahora la mayoría de los cursos sobre IA te enseñan a redactar prompts —instrucciones que se dan a una IA para que genere un resultado—. Esto cercena tus propias preguntas. El pedagogo Paulo Freire decía que había que cambiar de la pedagogía de la respuesta a la de la pregunta. Si la escuela no estimula la pregunta y nos quieren hacer creer que la IA nos va a dar las preguntas hechas, perderemos la oportunidad de ser más creativos.
¿ChatGPT es aliado o enemigo a la hora de aprender?
La tecnología es proporcional a quien la usa. Si quiero que los alumnos pinten bien no puedo darles el pincel de Picasso porque su genialidad no estaba en el pincel, sino en la interacción de lo que imaginaba y lo que era capaz de crear a través del pincel. Pues ChatGPT es un pincel. La IA puede ayudar a los profesores a ser más rápidos y eficientes; a hacer planificaciones o a resumir documentos, pero esta es una conversación lenta y debemos recordar el objetivo de la escuela. También es importante pensar como comunidad educativa, porque el riesgo de perder lo colectivo con el uso de la IA es muy alto.
¿Qué hay que considerar al evaluar un trabajo que puede estar hecho con IA?
Debemos preguntarnos por qué quieren copiar. Por lo general, cuando nos interesa algo no hacemos trampa; pero tenemos un modelo donde las cosas que les pedimos a los estudiantes no son interesantes para ellos. Si alguien plantea una evaluación que se puede hacer con IA, lo que debe cambiar es esa prueba. Por eso, cada vez se evalúa más con trabajos en grupo, presentaciones orales o investigaciones.
¿Están los docentes preparados para ello?
Para la llegada de la IA no están preparados los ingenieros ni los arquitectos, ni los curas. Nadie está preparado. Por eso, los profesores deben tener formación para entender la IA y usarla como una herramienta para ser más productivos, porque se pueden ahorrar trabajos tediosos y administrativos. Pero, para ello, habría que invertir más en la formación del profesorado.
Usted defiende que la IA puede fomentar el pensamiento crítico en el aula. ¿Cómo ha llegado a esa conclusión?
La espiral del pensamiento creativo consiste en imaginar algo y crearlo. Por ejemplo; el docente pregunta cuál es la ciudad más austral del mundo y ChatGPT les dice que es Ushuaia, en Argentina. Sin embargo, descubren que más abajo hay lugares habitados, como Puerto Williams, pero la IA nos dice que Ushuaia se considera una ciudad y Puerto Williams no. Así, poco a poco, exploramos las características de una ciudad y llegamos al concepto de la latitud. Esa clase es muy distinta a la de un docente que se limita a dictar. Es otro mundo.
Antiqua et nova, el documento del Vaticano sobre la IA, incluye un apartado específico sobre la educación. ¿Qué opina?
Tiene una orientación imprescindible y fundamental porque trata la dimensión de la trascendencia del saber; es decir, para qué aprendo. Es un documento muy interesante y actualizado, una guía sabia que está abriendo camino. Además, reúne a personas que piensan en el bien común y no desprecia la tecnología, sino que la entiende como una creación de las personas que puede servir para un mundo mejor.