«Rezo para que muchos indígenas puedan sanar» - Alfa y Omega

«Rezo para que muchos indígenas puedan sanar»

Karen Wildcat sufrió durante años las secuelas de haber pasado por la escuela residencial para niños indígenas de Ermineskin, en Canadá. Donde se alzó, el Papa pedirá perdón a los supervivientes

María Martínez López
40.000 personas (indígenas y no indígenas) peregrinan cada año al lago Santa Ana (Alberta). Muchos buscan la curación en sus aguas. Foto: Archidiócesis de Edmonton.

Karen Wildcat fue de los últimos niños del pueblo cree que pasaron por la escuela residencial para indígenas de Ermineskin, en Alberta (Canadá), antes de su cierre a comienzos de los años 1970. Llegó «con 4 o 5 años», y estuvo tres. Ya no eran los años 1920, cuando la mitad de los niños tenía tuberculosis. Desde que abrió en 1894, 15 fallecieron. Ahora se investiga si hay tumbas sin identificar, como las casi mil que el año pasado se encontraron en otros dos centros.

Karen no sufrió maltrato físico. Pero se le saltan las lágrimas al recordar cómo «me separaron de mi familia». Tenía cinco hermanos en Ermineskin, «pero nunca nos dejaban vernos ni íbamos a casa en vacaciones». Solo años después se dio cuenta de la huella que les dejó: el alcoholismo de varios de sus hermanos y sus esfuerzos por mantenerse «limpia y ser un ejemplo» para sus hijas. También su madre, exinterna, tuvo problemas. «Ya estaba sobria y empezábamos a conocernos» cuando murió en 1992. Ella tenía 29 años e intentaba practicar la fe aprendida de las monjas. Pero «no me sentía conectada con Dios».

Canadá
Población:

38,2 millones

Indígenas:

1,67 millones (4,9 % del total)

Religión:

Católicos, 39,2 %; protestantes, 20,3 %, y no creyentes, 23,9 %

Muchos supervivientes, incluso los que realmente «conocieron a Cristo» en estos internados, tienen una relación «compleja» con la fe, explica el oblato Mark Blom, de la iglesia del Sagrado Corazón de los Primeros Pueblos, en Edmonton, también en Alberta. Pero las secuelas más graves fueron para su vida familiar. «Separados de sus padres por ley», los niños «no aprendían a sentir afecto genuino, a conectar con sus sentimientos, a ser miembros de su familia y su cultura». Un daño multiplicado por los 150.000 indígenas que pasaron por estos 139 centros del Estado pero gestionados casi en la mitad de casos por la Iglesia católica. Volvieron a casa con esas heridas, y bastantes formaron familias desestructuradas. Por eso, en la parroquia trabajan sabiendo que «la gente viene de este trauma histórico».

Esta cuestión también está muy presente en la parroquia de Wildcat, Nuestra Señora de los Siete Dolores, en Maskwacis, una comunidad de 40 feligreses nativos que han logrado reencontrarse con el Señor. En muchos casos, gracias a Cursillos de Cristiandad. Allí «empecé a sanar y a crecer. Aprendí a perdonar y dejé de culpar al Señor, y a mi madre por no haber estado con nosotros».

Peregrinación penitencial

Este lunes, 15.000 miembros de los pueblos indígenas de Canadá (primeras naciones, métis o mestizos, e inuit) y supervivientes de los internados acudirán a Maskwacis para el primer encuentro con el Papa. Después de aterrizar el domingo, Francisco se dirigirá por la mañana al lugar donde se alzaba Ermineskin. Será uno de los actos más emotivos de esta «peregrinación penitencial», como la describió el pasado domingo.

Por la tarde, visitará la parroquia del Sagrado Corazón. Al día siguiente, memoria de san Joaquín y santa Ana, se unirá a los miles de peregrinos que acuden cada año al lago de Santa Ana. Importante asentamiento de los sioux y los cree, los oblatos lo transformaron desde 1889 en uno de los destinos de peregrinación más célebres de Norteamérica.

Esta visita pontificia para pedir perdón en suelo canadiense por el papel de la Iglesia en las escuelas residenciales la sugirió ya en 2015 la Comisión para la Verdad y la Reconciliación instituida por el Gobierno canadiense. En 2019, los obispos le invitaron. Y el hallazgo de las tumbas y los encuentros de esta primavera con indígenas en el Vaticano la hicieron prioritaria. Los representantes de estos pueblos han jugado un papel fundamental a la hora de elaborar el programa de las tres etapas del viaje. Después de Alberta, el Santo Padre pasará del miércoles al viernes en Quebec. Allí tendrán lugar los encuentros institucionales y una gran celebración en el santuario de Santa Ana de Beaupré, otro faro de la fe en el país. Para despedirse, Francisco volará ese mismo día cuatro horas hasta Iqaluit, capital del pueblo inuit, en el extremo noreste del país.

El presidente de la Conferencia Episcopal Canadiense, Raymond Poisson, ha subrayado que es «una nueva etapa» del camino de reconciliación, en la que «no se trata tanto de pedir disculpas como de hacer gestos concretos». Erika Jacinto, del comité organizador, explica que para ello la Iglesia estableció en 2021 un fondo para apoyar iniciativas de sanación. Ya se han recaudado 4,6 de los 30 millones de dólares canadienses (23 millones de euros) que quiere conseguir hasta 2027. Por otro lado, se va a «garantizar que los supervivientes puedan acceder a los documentos relacionados con las escuelas», y se seguirá formando a los creyentes «sobre las culturas y la espiritualidad indígena».

El oblato Blom es más crítico. «Como sacerdote y misionero, me siento avergonzado de ser líder en una Iglesia» que retrasó durante años el tomar medidas, lo que ha dificultado la reconciliación. «La mayoría de la gente nos dice que “personalmente no necesito que el Papa me pida perdón, pero la Iglesia necesita hacerlo por su propia integridad”». «Hay que hacer más», reconoce Jacinto. Y el mensaje que traiga el Papa los orientará.

En la parroquia de Wildcat, preparando este encuentro, «la comunidad se ha unido más. He visto a gente que habitualmente no viene». Aunque sigue habiendo personas enfadadas. «Rezo para que se abran a la presencia y la petición de perdón del Papa y puedan comenzar su sanación y su camino con el Señor».

Caminando juntos

El artista indígena Shaun Vincent diseñó el logo para la visita, cuyo lema es Caminando juntos. «La comunidad estaba en el centro de lo que quería expresar», explicó al hacerse público. «Vayamos donde vayamos en este viaje de sanación y reconciliación, vamos juntos».

Con una forma circular que alude al ciclo de la vida, está coronado por el Espíritu Santo y las llaves de san Pedro. En el sentido de las agujas del reloj, aparecen plumas de águila (conexión con el Creador), salmón y otros peces (pueblos inuit), y sendos rebaños de búfalos (protección) y renos (comunidad). También contiene los signos del agua, la tierra y el cielo.