Religión y política
Martes de la 9ª semana de tiempo ordinario / Marcos 12, 13-17
Evangelio: Marcos 12, 13-17
En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos de los fariseos y de los herodianos, para cazarlo con una pregunta.
Se acercaron y le dijeron:
«Maestro, sabemos que eres veraz y no te preocupa lo que digan; porque no te fijas en apariencias, sino que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?». Adivinando su hipocresía, les replicó:
«¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron. Y él les preguntó:
«¿De quién es esta imagen y esta inscripción?». Le contestaron:
«Del César».
Jesús les replicó:
«Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Y se quedaron admirados.
Comentario
Parece que Jesús esté rehuyendo la pregunta, preocupado por el compromiso, porque realmente se escapa de los esquemas en los que le preguntan: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». ¿No hay oposición? Pero, ¿acaso no es todo de Dios? ¿No le pertenece el mundo entero, incluido el César, y en especial Israel? Parece que Jesús esté dividiendo el mundo, dejando un terreno ajeno a Dios, libre de la autoridad divina.
Lo primero que contradice esa opinión es que es Jesús mismo, el Hijo de Dios, quien manda dar al César lo suyo y a Dios lo que le pertenezca. Es Jesús quien está señalando las obligaciones. Con lo cual, la obligación en materia política tiene una fuente religiosa también y no está separada de ella. No existe un ámbito político ajeno a la religión. El liberalismo entendido como independencia absoluta de la política respecto de la religión no es cristiano.
En segundo lugar, Jesús realmente enseña «el camino de Dios conforme a la verdad». Si Dios hubiera querido ser inmediatamente obedecido, si hubiera querido ser la única autoridad y la única verdad, lo habría hecho. No lo habría hecho depender de la disponibilidad humana. Todo pertenece a Dios, pero Dios no es lo único que existe. Dios no es una obviedad, y ha querido infiltrarse en la realidad. Ha querido que todo se lo diéramos a Él por medio de la verdad y la realidad, por medio de la historia y del mundo. Dios no ha querido ser un poder político, sino que ha querido que la política fuera hecha por hombres, que trataran de hacer su voluntad. La teocracia, entendida como una política regida directa e inmediatamente por Dios no es cristiana.