Reclusos de Milán convierten en violines los restos de las pateras - Alfa y Omega

Reclusos de Milán convierten en violines los restos de las pateras

Un proyecto de pastoral penitenciaria en Italia construye instrumentos musicales con las pateras usadas por los inmigrantes para atravesar el Mediterráneo. El Papa bendijo el primer violín

Victoria Isabel Cardiel C.
Un interno trabaja en un violín con madera de las barcazas de los migrantes. Foto: Casa dello Spirito e delle Arti.

Si tenemos noticias de cómo son los naufragios de las pateras en el Mediterráneo es por el escalofriante testimonio que dejan los supervivientes. El frío del mar les cala hasta los huesos. Los que no llevan chalecos se agarran a lo que pueden. A veces acaban por ahogarse entre ellos para mantenerse a flote. Los que tienen más suerte y saben nadar, se aferran a la vida contra el oleaje. Y las pateras que no acaban en el fondo marítimo, como un testigo silencioso de la tragedia consumada, aparecen de repente en las costas. En Lampedusa, la pequeña isla italiana convertida en uno de los puntos calientes de las rutas migratorias, hay decenas de embarcaciones de este tipo.

La Fundación Casa dello Spirito e delle Arti de Milán, se ha propuesto rescatar la memoria de este sufrimiento y convertirlo en música. La madera de estas barcazas, impregnada de las ilusiones de los inmigrantes que lo arriesgan todo por un futuro mejor, es la materia prima que usan para construir instrumentos musicales.

En el proyecto participan varios reclusos de la cárcel de Opera, en la misma ciudad del norte de Italia, donde la fundación desarrolla un proyecto de elaboración de hostias para parroquias de 17 países y un laboratorio de carpintería. Fue en este donde nació la nueva iniciativa, sin saber muy bien si iba a funcionar. «Estábamos trabajando en las figuras del pesebre con la madera de estas barcazas, y el lutier que trabaja con nosotros se puso a tallar un violín, sin muchas esperanzas en el resultado. Cuando terminó lo tocó, y la melodía que emanó fue maravillosa», asegura, todavía boquiabierto, Arnoldo Mosca Mondadori, presidente de la fundación.

El lutier del que habla es Enrico Lutaio, en quien recae el mérito de idear técnicamente el proceso: «Me di cuenta de que la madera de estas barcas podía ser muy similar a la que se usa en los violines. Decidí mantener la pintura original y reduje el grosor de las tablas para poderlas plegar». Las cuerdas sonaban bien, aunque la materia prima «no era de buena calidad».  En cambio, el trabajo artesanal corre a cargo de los reclusos. En palabras de Mosca Mondadori, con él «recuperan su autoestima y hacen un trabajo realmente valioso». El nombre de esta iniciativa es Metamorfosis, porque transforma «el dolor de miles de personas que han perdido la vida en el Mediterráneo en música». «Hemos creado la Orquesta del Mar», remacha el fundador. En diciembre próximo, los presos habrán completado un primer cuarteto de cuerda con la construcción de otro violín, una viola y un violonchelo.

El Papa Francisco bendijo el primer violín el pasado 4 de febrero. Foto: CNS.

El lutier tardó dos meses en crear el primer violín, pero espera acelerar el proceso: «En 2023 contaremos con un total de ocho violines, además de la viola y el violonchelo, que prestaremos a las orquestas italianas y extranjeras para dar testimonio de cómo la belleza y la armonía se sobreponen a la muerte». La fundación cuenta con el apoyo del Ministerio del Interior de Italia, que ha cedido a la fundación diez barcazas, después de levantar el bloqueo judicial que pesaba sobre algunas de ellas, para poder ser trasladadas a Milán.

Mosca Mondadori está convencido de que a través de la música nacerá «una nueva conciencia de acogida». «Es importante no perder la memoria de este infierno». Saber, por ejemplo, que «los niños y las mujeres son los que viajan en las estibas, la zona de carga de tan solo 80 centímetros, y, por tanto, que son los primeros en quedar atrapados si hay un naufragio», insiste. El primero de los instrumentos de la Orquesta del Mar fue presentado al Papa a finales de febrero. Francisco lo bendijo después de que Carlo Parazzoli, de la prestigiosa Orquesta Nacional de la Academia de Santa Cecilia de Roma, interpretara con él el Canto del legno (Canto de la madera). Lo había escrito para la ocasión el compositor Nicola Piovani, galardonado con el Óscar en 1999 por la banda sonora de La vida es bella, del cineasta Roberto Benigni.