Hogar San Gabriel, el antiguo seminario que ahora acoge a exreclusos - Alfa y Omega

Hogar San Gabriel, el antiguo seminario que ahora acoge a exreclusos

Llegó a albergar a 300 seminaristas. Ahora acoge a expresidiarios en un ambiente de familia para ayudarlos a reinsertarse en la sociedad

José Calderero de Aldecoa
El obispo inauguró el hogar el 1 de agosto y lo definió como «una comunidad contemplativa para pobres». Foto: Diócesis de Córdoba

El seminario de Santa María de los Ángeles se construyó en 1950 sobre un antiguo monasterio franciscano del siglo XV y estuvo en funcionamiento hasta principio de los años 70, cuando llegó a contar con cerca de 300 seminaristas. Ahora, el edificio, situado en pleno Parque Natural de Hornachuelos, será el hogar de varios exreclusos.

«Se trata de una residencia para personas que acaban de salir de prisión, ya han cumplido condena, pero no tienen recursos ni humanos ni personales para poder reinsertarse de una manera independiente», explica José Antonio Rojas, director de la Pastoral Penitenciaria de la diócesis de Córdoba, en conversación con Alfa y Omega. «Hemos detectado que mucha gente sale de la cárcel y se siente totalmente perdida, fuera de la sociedad, y nosotros queremos darles todo nuestro apoyo para que se puedan reinsertarse y encontrar un trabajo», añade.

En cifras

1.198 programas de la Pastoral Penitenciaria en España en la pandemia, según la CEE

82 casas de esta pastoral, donde se acoge a 2.752 personas

Como una familia

Después de seis meses de cárcel, Luis (nombre ficticio para proteger su identidad) ya es un hombre libre. Puede ir a donde quiera, el problema es que no tiene a dónde. No tenía, mejor dicho, porque se acaba de convertir en el primer residente del antiguo seminario de Santa María de los Ángeles, que fue inaugurado por el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, el 1 de agosto. «Llevo aquí unas dos semanas y la verdad es que me han acogido muy bien», destaca. Su llegada se ha producido pocos días antes de que se celebre, este viernes, la fiesta de la Virgen de la Merced, patrona de las instituciones penitenciarias.

La idea es hacer sentir a los residentes lo mismo que sentirían si, tras su paso por la cárcel, volvieran a casa. «Esto es la principal», advierte Rojas. «Queremos ser su casa y su familia. Un lugar donde se sientan valorados, donde encuentren apoyo y todo lo necesario para continuar su vida cuando estén preparados».

En este sentido, el Hogar San Gabriel –que así es como se llama el nuevo centro– no cuenta con un tiempo de estancia máximo. «Hay otros recursos que sí lo tienen, pero aquí, dadas las características de estas personas y la naturaleza del proyecto, no hemos querido ponerlo», asegura el director. «Esta es su casa y, como ocurre en una familia, cada uno se irá marchando cuando esté preparado para levantar el vuelo».

Y al igual que en una familia, «vivimos todos juntos», señala la hermana Isabel, religiosa franciscana de las Hospitalarias de Jesús Nazareno que participa en el proyecto junto a otra monja de la misma congregación. «Aquí formamos una comunidad mixta junto al padre José Antonio, nosotras y las dos personas acogidas», aunque la casa «tiene capacidad para recibir a otras seis personas más».

Dotaciones y equipo humano

El inmueble consta de una planta baja, dedicada a zonas comunes; una primera planta, donde está situada la capilla San Rafael; la segunda, dedicada íntegramente a dormitorios, y la tercera altura cuenta con un aula de naturaleza, para la observación del imponente Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos, que además permitirá el desarrollo de actividades de grupo.

La fotografía del Hogar San Gabriel la completa el personal de Cáritas Córdoba. «Son quienes se encargan de la capacitación profesional y de la integración de los usuarios», desvela la hermana Isabel. Entre ellos, hay «varios psicólogos y educadores, que acumulan mucha experiencia como trabajadores sociales de Cáritas Diocesana de Córdoba».

Radio para las internas

En la parroquia San Félix, en la UVA de Villaverde (Madrid), Fernando Sanz, clérigo de San Viator, acaba de poner en marcha una emisora comunitaria en la que ha desplegado sus conocimientos de más de 30 años haciendo radio en cárceles de mujeres. Empezó en los 80, en la ya extinta de Carabanchel, de la mano de la asociación Arco Iris, que fundó para atender a drogadictos.

A día de hoy, realizan talleres de radio semanales en Meco, Estremera y Brieva. Un programa de una hora y media en el que, con un grupito de internas, repasan y debaten la actualidad y hacen secciones de tele, horóscopo e intercambio de cartas para que presos conozcan a presas y viceversa. «Una cárcel sin actividades es la violencia y la muerte», y la radio «les gusta porque es muy divertida».

Sanz es el técnico, aunque su principal dedicación es atender «a mujeres que vienen a charlar conmigo». «Que alguien de fuera se interese por una presa es un valor tremendo para ellas», asegura. «Hay quien diría que no merece la pena gastar el tiempo en esta labor, porque es cierto que algunas mujeres son difícilmente recuperables», pero este sacerdote ha optado por «la óptica del Evangelio: hay que estar donde hay sufrimiento».

B. Aragoneses