Recibiréis en este tiempo cien veces más, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna
Martes de la 8ª semana de tiempo ordinario / Marcos 10, 28-31
Evangelio: Marcos 10, 28-31
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».
Comentario
La familia es donde amamos y somos amados de manera cotidiana y gratuita, por ser quien somos. Por eso, tener familia o no tenerla hace que la vida sea un lugar amable o que no lo sea. El hogar es el lugar donde nos sentimos refugiados, donde descansamos del trabajo y las tensiones. Por eso, tener hogar o no tenerlo marca la diferencia en la vida. Todas estas cosas marcan la diferencia en la vida. Sin familia, sin casa ni bienes, podría decirse que la vida no es vida. Que la vida consiste en la gente a la que queremos y en nuestro trabajo y descanso. Que la vida no es algo separado de la familia y el hogar. ¿Cómo dice Jesús que lo dejemos todo por Él? «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido», le dice Pedro. Y lo dice como mostrándole la distancia entre lo que se ha dejado y lo que aún no se tiene porque se está en camino, porque se está siguiendo.
«No hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras—». Jesús no quiere hacer de sus discípulos gente aislada, separada de la vida. Quiere darles cien veces más. Lo dice en un sentido numérico, porque en la Iglesia encontrarán que son familia de todo el pueblo de Dios. Pero lo dice también en un sentido cualitativo: porque la familia que se tenía, crece en profundidad cuando se sigue a Jesús; porque seguir a Jesús ayuda a tener y amar cien veces más a la familia y el hogar. Hasta el punto incluso de poder tenerlos y amarlos para siempre, «en la edad futura, vida eterna».