Recibí una gracia especial - Alfa y Omega

Recibí una gracia especial

«He recibido una gracia especial y estoy siguiendo la Cruz por toda la Universidad», le explicó hace unos días un joven no practicante a don Feliciano Rodríguez, Delegado de Pastoral Universitaria de Madrid. Es uno de los ejemplos de cómo la Cruz de los Jóvenes, al pasar por las universidades madrileñas, ha revitalizado muchos corazones

María Martínez López
Los jóvenes peregrinan con la Cruz y el Icono de la Virgen por la Ciudad Universitaria de Madrid, camino de la catedral de la Almudena.

Esta tarde concluyen, con la Eucaristía celebrada en la Universidad de Comillas por monseñor César Franco, obispo auxiliar de Madrid, los diez días reservados para las universidades dentro de la peregrinación de la Cruz de los Jóvenes y el Icono de la Virgen por la archidiócesis de Madrid. El porqué de esta atención especial a la universidad lo explica don Feliciano Rodríguez, Delegado diocesano de Pastoral Universitaria: «La universidad es un mundo eminentemente juvenil, y de gran importancia a nivel académico y cultural. Y la Cruz tiene un mensaje salvador para cada profesor y cada alumno que quiera escucharlo».

El acto principal de estos días ha sido la II Jornada de Universitarios Católicos, que se celebró el pasado 19 de marzo. Cerca de 200 jóvenes llevaron la Cruz y el Icono desde la Universidad Complutense hasta la catedral de la Almudena, participaron en la Misa y se reunieron con el arzobispo de Madrid. En este encuentro, el cardenal Antonio María Rouco les explicó que la JMJ «es una extraordinaria oportunidad de dar testimonio». Pero no es fácil —respondieron los jóvenes—, debido a la indiferencia religiosa y la hostilidad hacia la Iglesia.

Ante esto, el cardenal Rouco les animó a ofrecer a los jóvenes alejados una «amistad desinteresada, que implica un interés por todo lo que les pasa». De ahí «surge el interés por la otra persona» —aseguró—, y entonces se puede empezar a hablar de Dios, «de manera sencilla, natural y sincera». Sin olvidar que la fe es «un don que hay que pedir a Dios», también es necesario, no obstante, «un buen discurso intelectual», para lo cual es necesario formarse.

También suscitó bastante interés la mesa redonda que tuvo lugar en la Universidad Complutense el 15 de marzo, sobre El sufrimiento y Dios. Las intervenciones de la víctima del 11M Esther Sáez, del director en España de Ayuda a la Iglesia Necesitada, don Javier Menéndez Ros, y de don César Izquierdo, profesor de Teología de la Universidad de Navarra, suscitaron muchas preguntas, por lo que don Feliciano cree que este encuentro logró su objetivo, que era dar respuesta a «una sociedad que sufre mucho, a veces sin sentido, y que está interrogada profundamente por los últimos acontecimientos calamitosos».

Tiene una atracción espontánea

En general, salvo ataques muy minoritarios, don Feliciano cree que la Cruz ha sido bien acogida, por creyentes y no creyentes. De hecho, «su visita ha removido y revitalizado las capellanías. En la Universidad hay muchos bautizados, y un porcentaje bastante elevado de cristianos comprometidos, y la Cruz no les es indiferente. Tiene una atracción espontánea, y la reacción de algunos ha sido clarísima. He recibido una gracia especial y estoy siguiendo a la Cruz por toda la Universidad, me dijo un chico, no practicante. También ha habido mucha demanda de confesiones. En una, otra chica reconocía que se había abandonado espiritualmente, pero la visita de la Cruz había significado tanto para ella, que una fuerza la impulsaba a compartirlo».

Este impacto no se ha producido sólo entre los alumnos. El pasado sábado, unos 50 profesores asistieron al retiro que, dirigido por monseñor Franco, tuvo lugar en el Colegio Mayor Mendel. «Se vivió -recuerda don Feliciano- con un gran clima de oración, y teníamos la sensación de que empezaba algo que pedía continuarse. Los profesores universitarios católicos son muy conscientes de su responsabilidad, y necesitan que la Iglesia los cuide y los alimente».

Después de despedir la Cruz y el Icono hoy, don Feliciano y su equipo de 28 capellanes, de 15 carismas distintos, seguirán trabajando para la JMJ: «Todos estamos muy ilusionados, intentando aprovechar pastoralmente este horizonte del encuentro con el Santo Padre». Por eso, ya están promoviendo el voluntariado, y organizando conferencias y retiros. En el plano más práctico, esperan conseguir que las instalaciones universitarias sirvan para acoger a los peregrinos que llegarán a Madrid.