Reabren sus puertas dos joyas de Mosul (Irak) destrozadas por el Dáesh
Desde L’Oeuvre d’Orient, entidad que ha gestionado la restauración de Mar Toma y Al Tahira, esperan que anime a los cristianos a volver
El arte del taller Cornille Havard, que fabricó las campanas de Notre Dame de París, está también detrás de las que desde 2021 lucen dos iglesias de Mosul (Irak), a 4.500 kilómetros de distancia. El tañido de estos instrumentos en Mar Toma, ortodoxa siriaca, y Al Tahira, caldea, es toda una declaración de intenciones. Llevan grabadas, respectivamente, las inscripciones «la verdad os hará libres» y «la paz os dejo, mi paz os doy». Su repique, si bien ya es familiar en la ciudad, sonó el pasado miércoles con renovada alegría y solemnidad durante la reapertura de los dos edificios tras una exhaustiva restauración para reparar los daños causados por el Dáesh y la guerra entre 2014 y 2017.

Estas iglesias «representan un símbolo de fe y de historia. Albergan las reliquias de santo Tomás y otros santos de nuestras Iglesias orientales», asegura a Alfa y Omega el obispo caldeo de la ciudad, Najeeb Michael Moussa. Mar Toma, originaria del siglo VII, está construida según la tradición sobre una casa en la que se alojó el apóstol santo Tomás. En cuanto a Al Tahira, prosigue Moussa, recuerda «la aparición de la Virgen María en 1743 para proteger la ciudad de los invasores persas». Tras la victoria y en agradecimiento a los cristianos por su participación en la defensa de la ciudad, sus autoridades permitieron la construcción de nuevos templos, entre ellos el caldeo de Al Tahira —en la ciudad hay otros cinco del mismo nombre, de otras tantas confesiones—. En realidad, se levanta sobre los restos del antiguo monasterio de San Gabriel, donde en los siglos IX y X se desarrolló la liturgia caldea. La inscripción en una de sus dos puertas evoca la protección de María como baluarte frente al mal, por lo que muchos mosulíes —también musulmanes— la frecuentaban para pedir ayuda.
Sin embargo, hace un lustro, las dos iglesias estaban irreconocibles. Durante el califato del Dáesh, los yihadistas destruyeron los símbolos religiosos de Mar Toma y luego la usaron como comisaría, juzgado y cárcel. Después, la batalla por Mosul causó estragos en todo el complejo, incluida la residencia episcopal. También Al Tahira fue profanada y luego dañada por los bombardeos.
Agradecimiento a Francia
La riqueza simbólica y artística de ambos edificios hizo que la Alianza Internacional para la Protección del Patrimonio los eligiera para financiar su restauración dentro de su programa Mosaico de Mosul —que también incluye mezquitas y otros edificios—, en colaboración con la Junta Estatal de Antigüedades y Patrimonio de Irak (SBAH por sus siglas en inglés). La gestión concreta se encomendó a la entidad francesa L’Oeuvre d’Orient, especializada en el apoyo a las comunidades cristianas de Oriente.
Eugénie Bouniol es quien, en su nombre, ha llevado adelante la gestión técnica de una empresa en la que han colaborado también entidades públicas francesas como el Instituto Nacional de Patrimonio. El obispo caldeo agradece «la cercanía de Francia», que ha hecho posible esta «inversión para restaurar y revitalizar el espíritu de Mosul». Arquitectos, ingenieros, arqueólogos, restauradores y otros expertos han formado y asesorado a empresas locales y a 50 trabajadores iraquíes, que gracias a ello a partir de ahora podrán seguir contribuyendo a la recuperación del patrimonio.

Durante todo el proceso, el objetivo de Bouniol era «garantizar la calidad y la coherencia de la reconstrucción con la historia del templo» y, a la vez, «terminar a tiempo». Pero antes de reparar la magnífica puerta del siglo XIII de Mar Toma, tallada en faresh —un alabastro típico de la zona— y que representa a los doce apóstoles con Cristo; o de recuperar las bóvedas de crucería de Al Tahira, del mismo material, así como sus esculturas y sus delicados motivos florales y geométricos, propios del estilo jalili, hubo que superar un «largo y tedioso proceso de retirada de minas antipersona» colocadas por los yihadistas.
Hace un siglo, los cristianos eran el 14 % de la población de Mosul. Hoy, según Moussa, apenas hay unas 60 familias entre 1,9 millones de habitantes. La reapertura de las iglesias supone «una señal de confianza en el futuro». Bouniol confía en que «anime a los cristianos a regresar gradualmente a la llanura de Nínive», para hacer que Mosul recupere el significado de su nombre en árabe: al mawsil, «punto de encuentro».