Ramón Valdivia y Teodoro León: «El Papa Francisco nos dijo que éramos unos niños»
Sevilla tiene desde el pasado sábado dos obispos auxiliares que conocen bien la archidiócesis. Uno de ellos, Ramón Valdivia, se ha convertido, con 48 años, en el prelado más joven de España
El Papa lo ha requerido para el ministerio episcopal. ¿Cómo fue la llamada al sacerdocio?
Ramón Valdivia (R. V.): Tiene un origen remoto. Creo que desde el nacimiento ya estaba marcado, aunque lo he visto después. Tras ser bautizado, siendo muy pequeño, me puse muy malo. Me moría. Mis padres me llevaron al hospital de La Paz en Madrid, donde me hicieron uno de los primeros cateterismos en España. Mi madre estaba muy nerviosa. La niña que se había sometido a esta intervención antes que yo había fallecido. Así que bajó a la capilla del hospital y me ofreció al Señor. Luego fui creciendo en una familia cristiana hasta que descubrí que Dios me llamaba al sacerdocio haciendo el Camino de Santiago en 1993.
Su primer destino pastoral fue una parroquia y un hospital para enfermos terminales.
R. V.: En la parroquia acompañaba a un gran sacerdote. En el hospital de El Tomillar me encontré con la crudeza de la muerte un día sí y otro también. Tuve que hacer explícito el anuncio de Jesús resucitado de una manera u otra. O uno da esperanza o se sume en el torbellino de la desesperación.
¿Y cómo se hace presente a Dios en un contexto tan duro?
R. V.: Hay muchos modos. El primero es la educación y el respeto ante la situación que viven la persona y la familia. Y con perseverancia. Esto es muy importante, porque, al principio, muchos rechazan la presencia del sacerdote. Es un momento en el que están peleados con Dios. Me ayudó mucho el sentido del humor. Es un don de Dios, permite ver las cosas bajo el prisma de la Resurrección.
De ahí se fue a Roma a estudiar Filosofía. ¿Por qué?
R. V.: Me enviaron. Yo había estudiado Derecho y no entendía por qué tenía que hacer Filosofía. Me ayudaron mucho los testimonios de Juan Pablo II y Benedicto XVI para darme cuenta de que debía dar la vida como lo estaban haciendo ellos.
¿Cómo fueron los años previos al seminario, cuando cursó Derecho en la Universidad de Sevilla?
R. V.: Descubrí la vocación antes de terminar los estudios y quería dejarlos, pero mi director espiritual me dijo que no. Así que viví los últimos años de universidad de un modo apasionante. La universidad no solo son libros, sino relaciones humanas y la oportunidad de vivir la fe en espacios plurales.
Se vieron con el Papa antes de la ordenación. ¿Cómo fue?
R. V.: Muy gracioso. Breve, pero pude darle las gracias por su confianza. Con la alegría de ser argentino me dijo: «Pero vos sos muy niño». Yo le contesté que no tenía la culpa. Su mirada traspasaba el corazón.
Es el obispo más joven de España.
R. V.: No tiene mucha importancia. Eso se pasa pronto. Lo importante es vivir con gozo el ministerio.
¿Y usted cómo descubrió que quería ser sacerdote?
Teodoro León (T. L.): Al ver a un sacerdote, Leocadio Galán, que hoy está en proceso de beatificación. Quería ser como él. Recibí de él los principios de la formación cristiana en el colegio.
Su primer destino fueron los poblados de colonización, construidos para alojar trabajadores del campo.
T. L.: Eran pueblecitos de muy pocas familias. El más grande es El Palmar de Troya. Sí recuerdo que eran muy acogedores y agradecían mucho la presencia del sacerdote.
¿Qué relación tiene con las Hermanas de la Cruz?
T. L.: Las conozco desde siempre. Hemos tenido una relación muy familiar. Mi primera Misa la celebré en su capilla. Cuando me enviaron a Roma a estudiar Derecho Canónico tuve el privilegio de llevar el proceso de santa María de la Purísima y el del padre José Torres. En Sevilla hay muchos sacerdotes y fieles que mantienen esa vinculación, ayudan y se dejan ayudar por las hermanas.
Se ha especializado en derecho canónico. ¿Por qué es importante?
T. L.: El derecho canónico lo toca todo y tiene una parte pastoral y teológica. No se entendería sin la teología. Tampoco sin la filosofía. A veces se ve como un conjunto de normas, pero no tiene nada que ver con el derecho civil. Está encaminado hacia una pastoral y, de hecho, el último canon dice que el objetivo es la salvación de las almas.
El Papa ha hecho modificaciones.
T. L.: El último Código de Derecho Canónico es de 1983 y han cambiado muchas cosas desde entonces. Había que adaptarlo y el Papa lo ha hecho.
Usted ha sido la persona de referencia en la archidiócesis en la lucha contra los abusos. ¿Qué balance hace del camino recorrido?
T. L.: Aquí se han producido algunos casos, pero no muchos. Así que hemos insistido en la fase preventiva, en poner los medios para que no se produzcan y, si se dan, tener el protocolo sabido para actuar. Ante los abusos, tolerancia cero.
¿Cuál es el principal reto de la Iglesia en Sevilla?
T. L.: La evangelización, seguir extendiendo la Buena Noticia. En el sur tenemos la ayuda de la religiosidad popular. Desde muy pequeños existe una identificación con una imagen, un sentimiento, algo vivo.
A veces se la hace de menos…
T. L.: La religiosidad popular nace del pueblo, es parte de nuestro ser, de nuestra naturaleza humana, que tiende a lo sobrenatural. Es un punto clave para la evangelización.
También le pregunto a usted por el encuentro con Francisco.
T. L.: Fue entrañable. Nos dijo que éramos unos niños, que nos entregáramos al ministerio y estuviéramos cerca del arzobispo.