¿Qué hace un cura en vacaciones?
Retiros, campamentos, ejercicios espirituales, «y sobre todo descansar, que también es necesario», afirman
Llega el verano y llegan las vacaciones, ¿también para los sacerdotes? «Por supuesto, somos personas normales y también necesitamos descansar», afirma uno de los sacerdotes consultados por Alfa y Omega para este artículo.
«Los curas también necesitamos vacaciones, pero durante ese tiempo no dejamos de ser curas», abunda otro. Si durante el curso las actividades desplegadas por ellos se centran en la administración de los sacramentos y en la pastoral de la parroquia, al llegar el calor las cosas cambian.
En julio llegan sobre todo las actividades con niños y jóvenes, por eso acompañan a los primeros durante los días en que salen de casa, muchos para dormir fuera de ella por primera vez, y vivir una experiencia en la naturaleza junto a otros chicos de su edad «en la que no puede faltar Dios». De hecho, «para muchos de ellos, esas misas al aire libre se quedan grabadas en la memoria y conozco casos de adultos que al convertirse reconocen haber echado de menos esa intimidad con el Señor que vivieron de niños en los campamentos», dice un cura.
A los más jóvenes los acompañan a campos de trabajo o a alguna experiencia de misión fuera de nuestras fronteras, y, en el año que toca, a la Jornada Mundial de la Juventud. En unas semanas, son muchos los sacerdotes que irán con sus grupos de jóvenes a Roma para el Jubileo con el Papa: «son ocasiones que restan muchas fuerzas, sobre todo si ya tienes cierta edad», dice con humor un sacerdote, «pero a los chicos les ayuda mucho tenernos disponibles para hablar casi 24/7, y a nosotros también nos ayuda mucho estar con ellos para revivir de alguna manera nuestro amor primero con el Señor, e incluso el momento de nuestra propia vocación».
Cuando no hay eventos eclesiales que acompañar pastoralmente, los sacerdotes se toman unas semanas libres de su parroquia, siempre buscando algún compañero para que la Misa se pueda seguir celebrando en sus iglesias de origen. Algunos acompañan unos días a sus familias para poder estar con sus padres, hermanos y sobrinos el tiempo que no han podido brindarles durante el curso. Otras veces, algunas diócesis ofrecen parroquias en lugares típicos de vacaciones para sus sacerdotes; allí pueden descansar y también servir pastoralmente a los millones de turistas que se desplazan cada año por nuestras carreteras buscando mar y montaña para cambiar de aires. Otros optan para irse a algún monasterio para pasar unos días y renovar su vida de oración, ocasión que a veces se aprovecha para que puedan un pequeño retiro a la comunidad, o utilizan ese tiempo libre extra para formarse más o escribir algún libro.
«Pero, sobre todo, el tiempo de vacaciones lo dedicamos a descansar, que también es necesario», afirma uno de ellos. En este sentido, aclara que son días en los que «aprovechamos para estar más estar con el Señor, como los discípulos a los que Jesús llamaba a irse “a un lugar aparte” para estar con Él».