Presidente de los obispos de Asia Central: «La visita del Papa sería providencial»
El español José Luis Mumbiela afirma que la presencia de Francisco a Kazajistán sería «un refuerzo al Gobierno actual» y sus reformas tras la revuelta de enero
«En este momento de guerras, discordias y nuevos horizontes geopolíticos, escuchar una voz de llamada a la unidad es muy profético». Especialmente si la realiza el Papa Francisco en Kazajistán, a medio camino entre puntos tan calientes como Ucrania, Afganistán o China. El español José Luis Mumbiela, recién elegido presidente de la Conferencia Episcopal de Asia Central, aplaude la posible visita del Santo Padre a esta nación en septiembre.
El 11 de abril, el presidente kazajo, Kassym-Jomart Tokayev, anunció que en una videollamada el Papa le había dicho que deseaba visitar el país para participar en el VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales. La cita se celebrará los días 14 y 15 de septiembre.
Un día después Mateo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, declaró que durante la conversación con Tokayev «el Papa confirmó su intención de visitar el país», aunque oficialmente no se han concretado detalles. A la Iglesia en el país ya «nos están pidiendo que enviemos nuestras propuestas al Vaticano», asegura Mumbiela a Alfa y Omega.
Luego, la Santa Sede tendría que «enviar una comisión para preparar el programa». También el Gobierno intenta que los obispos locales estén «totalmente implicados», y muestra interés en saber «qué puede hacer falta». Aunque, dado su estado de salud, «otra cosa es que el Papa pueda venir», admite el obispo.
Buen momento
Si finalmente se produce la visita, será «una gran ayuda para nuestras comunidades, que para eso viene». También «será positivo todo lo que sea apoyar las buenas iniciativas que tiene este país», en la línea de promover «la paz y la concordia, unida a la fraternidad universal» que predica Francisco. Un concepto que, a pesar de las críticas, «es muy evangélico». «Si se va afianzando», se puede crear una «nueva conciencia» internacional.
El Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales fue convocado por primera vez en 2003 por el Gobierno de Kazajistán, inspirado por la Jornada Mundial de Oración por la Paz en Asís en 2002. Tuvo «un gran eco» al principio, pero luego fue decayendo «quizá porque el mismo Gobierno no veía su importancia», apunta Mumbiela.
La nueva realidad nacional e internacional ha llevado a darle un renovado impulso. La visita del Papa sería «todo un refuerzo al Gobierno actual, y ellos lo saben». Como consecuencia, las relaciones Iglesia-Estado están en «un buen momento».
«No es un escaparate»
Prueba de ello fue la respuesta positiva de las instituciones públicas a la invitación de la Iglesia a participar en la primera Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Asia Central, celebrada del 27 al 29 de abril. Al final, acudieron tanto el presidente del Senado como el ministro de Información y Desarrollo de la Sociedad, del que depende la relación con las religiones. El primero, además, leyó una carta de saludo del presidente Tokayev.
«Nos alegra esta cercanía y disposición, que indica la confianza y el aprecio del Gobierno hacia la Iglesia», aplaude Mumbiela. Aunque minoritaria en un país mayoritariamente musulmán, la consideran importante para «conseguir sus objetivos». A nivel internacional, estos pasan por lograr el «reconocimiento del nuevo proceso que están iniciando» tras la revuelta del pasado enero.
Hacia el interior, el Gobierno considera a la Iglesia clave para «la construcción de la atmósfera de paz y concordia que se ha tenido durante 30 años». En su opinión, «no es una imagen para vender o un escaparate», sino que detrás hay un intento sincero de «garantizar un modelo social de paz y sostenibilidad».
Reformas
La revuelta de enero desencadenó la dimisión del primer ministro, Askar Mamin, y su sustitución por Alihan Smaiylov. Fortaleció asimismo el empeño de Tokayev por acabar con la aún gran influencia del expresidente Nursultán Nazarbáyev y las élites cercanas a él.
Actualmente, el país está en calma. «No veo tensiones» en la sociedad, subraya Mumbiela. «La gente está a la expectativa». Incluso los grupos más críticos «están a la espera de los cambios» que ha planteado el Gobierno tras las revueltas de enero y parece haberle dado un «voto de confianza». Consciente de que no va a llegar a ser una democracia «de tipo francés o español», Mumbiela subraya que hay muchas reformas en curso para que «la fuerza del Parlamento sea muchísimo mayor». El presidente, por su parte, «ha renunciado a muchas prerrogativas que tenía».
Por otro lado, «la gente tiene otras preocupaciones» debido a la guerra en Ucrania. Además de la inflación, «las sanciones contra Rusia afectarán aquí en cierta medida». El presidente es consciente de que «no puede dejar de ser cercano a Rusia, pero no puede ni quiere participar en una guerra» contra Ucrania. «Intentan ser neutrales, estar con unos y con otros». En este contexto, al Gobierno también le convienen los llamamientos de la Iglesia a favor de la paz. Por todo ello, la visita del Papa sería «providencial».
Mumbiela incluso bromea con la envidia que suscitó esta buena relación entre los ordinarios del resto de países de Asia Central durante la Plenaria. En este sentido, espera que «la visita del Papa pueda realzar» la imagen de la Iglesia en toda la región. Algo que también espera que salga de la creación del nuevo episcopado, pues los gobiernos podrán ver «una entidad religiosa más amplia» que un obispo o sacerdote y un puñado de fieles.
La Conferencia Episcopal de Asia Central no ha cumplido aún un año de vida (se constituyó el 8 de septiembre de 2021) y ya está creciendo. En el encuentro de abril, además de los ordinarios (obispos o sacerdotes) de los cinco países de Asia Central, participaron con voz pero sin voto sendos representantes de Mongolia y Afganistán. A la Iglesia de este país la representó su único sacerdote, el italiano Giovanni Scalese, que en agosto tuvo que desplazarse a Italia.
Una de las primeras decisiones que se tomaron, de hecho, fue votar a favor de iniciar el proceso para que estos dos países se incorporen a la joven conferencia episcopal. Podría seguir sus pasos Azerbaiyán, cuya Iglesia también estuvo representada. Pero de ocurrir, sería más adelante. De momento se empezará a evaluar «si se va incorporando o si se forma una conferencia episcopal propia en el Cáucaso», con Georgia y Armenia. «Aunque me parece que hay una relación más positiva con nosotros», apunta José Luis Mumbiela, que fue elegido presidente de esta conferencia episcopal.
Además de la elección de la cúpula del episcopado, «no hicimos ninguna división de funciones». Es difícil organizar comisiones temáticas para que coordinen a «países con idiomas diferentes» y unidos solo por el ruso, reconoce. Prevé más bien que de momento sea «un instrumento para crear fraternidad y comunión, compartir experiencias e impulsar proyectos comunes».