Política para crecer

El pasado sábado, en el encuentro que mantuvo con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, el Papa recordó que la política es «una de las formas más altas de la caridad» e incidió en que debe servir en «tres vertientes»: «hacer crecer el país, consolidar la nación y construir la patria». Consciente de cómo funcionan «las ideologías de distintos colores», que «destruyen o de-construyen todo lo que sea diferente» según advierte en Fratelli tutti, Francisco lamentó que a veces se recurra a «coartadas para que la patria sea lo que yo quiero y no lo que he recibido y que tengo que hacer crecer libremente».

Estas palabras hechas públicas por el propio Vaticano, que no acostumbra a ello, llegan en un momento de fuerte tensión política en España. Tras el rechazo a la moción de censura presentada por Vox la semana pasada, el debate se centra ahora en la declaración de un nuevo Estado de alarma, que el Ejecutivo pretende alargar hasta mayo, y en el intento de aprobar unos nuevos presupuestos generales del Estado para sustituir las cuentas de Montoro de 2018. Como apunta acertadamente el Pontífice, ojalá los distintos actores del tablero sean capaces de aparcar visiones cortoplacistas e ideológicas y buscar el bien común. Ni las formaciones de la oposición pueden vetar automáticamente cualquier medida frente a la pandemia por venir del Gobierno, ni las que lo sostienen deben aprovechar la difícil coyuntura para acometer reformas de calado sin consenso alguno.

En un contexto de gran incertidumbre sanitaria, económica y social por las nuevas sacudidas del coronavirus, «debemos anteponer el sufrimiento de las personas a las ideologías», en palabras del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, en la Tercera de ABC el pasado domingo. Ahora no debería haber más cálculo que cómo sacar del atolladero a España y a sus ciudadanos, especialmente a los más vulnerables.