Pierbattista Pizzaballa: «Es necesario que la comunidad internacional sea unánime» - Alfa y Omega

Pierbattista Pizzaballa: «Es necesario que la comunidad internacional sea unánime»

El patriarca latino de Jerusalén se ha mostrado abierto a intercambiarse por los niños secuestrados por Hamás y trabaja desde la Iglesia en Tierra Santa para desescalar los enfrentamientos

Rodrigo Moreno Quicios
El patriarca en una fotografía del 21 de septiembre. Foto: OSV News.

El cardenal Pierbattista Pizzaballa ocupó los titulares del mundo entero cuando el 16 de octubre, preguntado en un encuentro con periodistas si se ofrecería a cambio de los niños secuestrados por Hamás, respondió: «¿Si estoy listo para un intercambio? Cualquier cosa si puede conducir a la libertad y llevar a esos niños a casa, no hay problema. Por mi parte, disponibilidad absoluta». En entrevista pocos después con Alfa y Omega, subraya el peligro de la regionalización del conflicto: «Cisjordania se puede incendiar de un momento a otro». Se mantiene discreto sobre «la búsqueda de un canal de comunicación» entre Israel y Hamás por el fin de la violencia, aunque es firme en su condena a los terroristas. «No habrá ninguna justificación a lo que han hecho», sentencia. También agradece el gesto del Papa al llamar varias veces al párroco católico de Gaza, «porque en este momento es importante sentirse unidos».

¿Cómo han vivido las comunidades cristianas los terribles ataques del 7 de octubre y cómo está acompañando la Iglesia a la sociedad israelí en un momento tan duro?
Ha sido una grandísima y dolorosísima sorpresa; ningún cristiano puede concebir algo así. Se han quedado todos perplejos. La consecuencia ha sido que cada uno se cierre en su propia comunidad. En este momento las relaciones son mínimas.

Aun así, el Patriarcado es de los pocos que mantiene relación con palestinos e israelíes. ¿Pueden desde su posición ayudar a sanar las heridas?
Es pronto aún para poder hablar de sanación. Estamos todavía en pleno dolor. Sin embargo, estamos disponibles para todo, cualquier cosa que pueda ayudar a la reconciliación, a una solución a esta terrible situación.

Incluso, afirmó el pasado lunes, a intercambiarse por niños rehenes. ¿Hay alguna gestión en concreto para esto, algún cauce abierto con Hamás?
Es demasiado pronto para hablar de estas cosas, pero sí puedo decirle que estamos haciendo todo lo posible.

¿Existen posibilidades reales de abrir un corredor humanitario en Gaza? Y, mirando más allá, ¿qué futuro puede esperar a la Franja? ¿Podrían volver los palestinos evacuados?
Es lo que muchas cancillerías de todo el mundo están pidiendo y a lo que están ayudando. Esperemos que se consiga, porque es una necesidad urgente. No podemos entender qué sucederá en Gaza, en qué medida ni intensidad, ni qué ocurrirá después. Estamos en una situación de gran incertidumbre que aumenta la preocupación. Y, naturalmente, en esta situación las tensiones son aún mayores.

La semana pasada, el cardenal Parolin se mostró abierto a una mediación de la Iglesia pero con condiciones: habría que hablar de los asentamientos en Cisjordania y la situación en Jerusalén. ¿Cuánto peso tienen en el conflicto?
La cuestión de Jerusalén, sobre todo, tiene un peso importante. Es una situación que desde hace muchos años espera una propuesta clara de solución que todavía no existe.

La Iglesia sigue proponiendo la solución de los dos Estados, pero hay un creciente escepticismo sobre esta posibilidad.
Que alguien nos diga qué otra alternativa hay si no. Es una solución cada vez más difícil y que parece menos realizable, pero es la única posible. Es necesario hacer callar las armas y trabajar para que las partes recuperen la confianza entre ellas para llegar a una conclusión. Aunque los tiempos serán larguísimos. Hace falta trabajar con los dos, palestinos e israelíes. Es necesario un nuevo liderazgo, es necesario que la comunidad internacional sea unánime en esto y que todos trabajemos en la misma dirección.

¿Qué resultados ha dado la jornada de ayuno y oración del 17 de octubre?
La oración no produce resultados, no debemos tener una aproximación consumista a la oración. La oración ilumina nuestra vida, abre nuestro corazón al amor en vez de al odio y es un modo de que toda la comunidad cristiana esté unida y trascendamos juntos hacia Dios, porque creemos que Dios está presente y conduce la historia.

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