Pedro Strecht tras estudiar los abusos en Portugal: «Es una oportunidad para que la Iglesia se renueve»
El coordinador de la comisión independiente que ha estudiado los abusos en la Iglesia en Portugal analiza los resultados con Alfa y Omega
Portugal ya tienen su informe independiente sobre abusos un año después de que los obispos encargasen a un grupo de expertos, coordinados por el psiquiatra infantil Pedro Strecht, poner la lupa sobre este asunto. Se validaron 512 víctimas, solo una parte de las 4.815 que proyecta la investigación. Aunque los expertos de la comisión, denominada Dar voz al silencio, señalan que todavía son más. Son abusos cometidos en los últimos 70 años a manos, en su mayoría, de hombres (96 %) y sacerdotes (77 %). Las víctimas tenían de media 11 años cuando se produjo el abuso. Hoy superan la cincuentena.
Dijo en estas mismas páginas que el objetivo no eran los números, sino escuchar a las víctimas. ¿Lo consiguieron?
Creo que sí. Hay víctimas que prefirieron entrar en contacto con nosotros solo a través del formulario online y de forma anónima. Otras lo hicieron así, pero dejaron su nombre y contacto. Recuerdo una que lo ponía afirmando que «tengo nombre y rostro». Después, tuvimos 365 llamadas telefónicas. 100 de ellas necesitaban hablar y luego completaron la encuesta. 51 pidieron entrevistas presenciales, que siempre se realizaron con dos miembros del equipo. Con estos últimos, los lazos son más estrechos.
¿Les han dicho algo tras la publicación del informe?
Algunos llamaron emocionados para dar las gracias. De otros, conservamos su fotos, las de sus hijos y nietos. Son personas que se quedarán para siempre en nuestras vidas. ¡Qué ejemplos de fuerza y fe!
¿Cómo fue la relación con las víctimas?
Muy intensa a nivel emocional, incluso para profesionales del área como Daniel Sampaio, que es psiquiatra, Filipa Tavares, trabajadora social y terapeuta familiar, o yo mismo. Todos tenemos experiencia en el acompañamiento de personas con malestar psíquico, pero estos casos eran diferentes. La gente venía hoy, aquí y ahora a hablar de un sufrimiento muy antiguo, de hace década. Eran adultos hablando de su infancia. En muchos casos pude ver incluso a ese niño de 8, 11, o 13 años al hablar de su pasado traumático.
Qué duro…
El 48 % hablaba por primera vez de ello en todas su vida. ¿Cómo no íbamos a estar cerca de ellos en el sentido más profundo y empático de la palabra? Ana Nunes de Almeida, que es socióloga, asistió a algunas reuniones presenciales y las acababa emocionada y con la palabra monstruo en la boca, refiriéndose a los agresores.
¿Qué es lo que más le sorprendió del estudio?
Son tantas que solo pondré algunos ejemplos. La resistencia inicial de algunos obispos, a pesar de que fue la propia Iglesia la que pidió la investigación; la dificultad para que distintas entidades de las sociedad nos ayudasen a difundir el trabajo que estábamos haciendo; el sufrimiento de las voces que escuchamos, una pesadilla, gritos de una noche oscura, tragedias infantiles, y el altísimo número de testimonios femeninos en comparación con otros trabajos de esta índole y el número de testimonios, 512 entre el 11 de enero y el 31 de octubre.
¿Son muchos?
Parecen pocos, pero la cifra es enorme en este periodo de tiempo y en Portugal. La comisión francesa recibió poco más de 1.200 casos tras dos años de trabajo y una población siete veces mayor.
¿Cómo cree que va a afectar a los católicos toda esta información?
Creo que los católicos en general han recibido muy bien este informe. Estos días recibí un correo electrónico del primer firmante de la carta de más de 200 católicos que en noviembre de 2021 pidieron a los obispos que estudiaran este tema. Hay otros que nos han llamado herejes, comunistas y bestias. Pero es inevitable, no se puede complacer a todos. Esta es una oportunidad fantástica para que la Iglesia se renueve y retire los frutos podridos de árboles frondosos y sanos.
Usted participa de los trabajos de Cremades & Calvo-Sotelo en esta materia. ¿Cómo ha sido su colaboración?
La comisión española tuvo el bonito gesto de invitarme a participar. Sin embargo, pasado cierto tiempo, me di cuenta que nuestro trabajo tiene otros métodos y no podía ir a Madrid tan menudo como me hubiese gustado, pues aquí el trabajo era inmenso. Pero quería decir algo más.
Dígame.
Quiero agradecer a toda la prensa español que tanto apoyó nuestro trabajo. Os lo tenemos que agradecer siempre. Personalmente, fue un orgullo ayudar a España en un trabajo idéntico. Tengo vínculos con este país. Mi bisabuelo era gallego y se llamaba Santiago. Mi abuela hablaba español. Mi madrina de bautismo era española, de Madrid. Por todo, agradezco a Alfa y Omega y a otros medios que compartiesen su entusiasmo con el nuestro.