Paul Hinder: «En Yemen no hay voluntad de llegar a una tregua honesta»
«En este momento al mundo solo le interesa la pandemia», asegura el vicario apostólico de Arabia, que denuncia que el conflicto en Yemen ofrece «un panorama catastrófico»
¿Cuál es la situación actual en Yemen?
Conseguir datos fiables es una carrera de obstáculos y lo que puede ser verdad para la mitad del país, no lo es para el resto. Con todo, lo que me llega es un panorama catastrófico: guerra, enfermedad, hambre, desplazados internos…
La guerra entre los milicianos chiitas sostenidos por Irán y el Gobierno central apoyado por Arabia Saudí estalló en 2014, pero es un conflicto silenciado.
En este momento al mundo solo le interesa la pandemia. Las guerras están en un segundo o incluso en un tercer plano. Además, en Yemen se juegan menos intereses económicos. Psicológicamente, se ve como algo muy lejano. Pero esto es un autoengaño fatal, porque tiene una posición estratégica. Las potencias regionales de Oriente Medio se han dado cuenta, pero las demás parecen estar durmiendo… ¡Excepto si pueden vender armas!
La ONU señala que para finales de este año las víctimas de la guerra serán cerca de 400.000. ¿Cómo es la vida diaria?
Cada vez hay menos zonas seguras y más desplazados internos que huyen de sus casas, incluso en zonas en las que hasta ahora se vivía en relativa paz. Todas las partes implicadas se echan la culpa y no hay voluntad real de llegar a una tregua honesta.
¿Cuál es el papel de la Iglesia en Yemen?
Nunca hubo una presencia tan radicada como en los últimos años, y eso que la guerra la ha debilitado. En la capital y en Hodeidah hay ocho hermanas misioneras de la Caridad y un sacerdote, pero la situación de división e inseguridad ha limitado su actividad. Si una persona trabaja en Adén, no puede ni siquiera pisar Saná y viceversa. Cáritas Polonia tiene una oficina en el sur del país.
¿Qué opina del embargo desplegado por Arabia Saudí?
Los embargos pueden usarse para obligar a la contraparte a sentarse a negociar. Pero el problema es que quienes sufren las consecuencias son los civiles y no las Fuerzas Armadas o los gobiernos.
¿Cómo ha cambiado la situación desde que llegó?
Ya hace 17 años era un país lleno de tensiones, que vivía una especie de período de entreguerras. Pero cada año he podido visitar las cuatro parroquias sin más problemas. En Arabia Saudí incluso he podido adentrarme en comunidades que viven en una especie de clandestinidad tolerada.
Los demás países del Golfo se han ido desarrollando a una velocidad vertiginosa, mientras que Yemen ha sido aislado por sus vecinos, que no querían ver despegar al país más poblado de la zona. En cuanto a la libertad religiosa o, mejor dicho, la libertad de culto, he visto un progreso notable que se hizo evidente cuando el Papa visitó Abu Dabi en 2019. Aunque mucho antes ya se notaron mejoras.
¿Qué limitaciones sufren las comunidades católicas en estos países?
Es obvio que Arabia Saudí sigue siendo un país de mínimos en cuanto a la libertad religiosa y la libertad de culto. De hecho, no hay iglesias en todo el reino. Sin embargo, encontramos comunidades con mucha fe, muy vitales, en las que los fieles se dan fuerzas unos a otros.
En su libro Un obispo en Arabia: mi experiencia con el islam, escribe que la vida en el golfo Pérsico es, en muchos sentidos, una vida «en la periferia». ¿A qué se refiere?
Los cristianos somos respetados, a veces incluso amados; sin embargo, no somos considerados como ciudadanos. Además, no pertenecen a la clase rica y pudiente. Muchos han sido vendidos o han experimentado en sus carnes el drama de la trata de personas u otros tipos de esclavitud. Los que vienen de visita y se quedan en un hotel más o menos lujoso saben poco de los que viven aquí de forma permanente. Tampoco manejan información otras realidades eclesiásticas. A veces, ni siquiera la Iglesia de Roma sabe con certeza la situación de la Iglesia en esta parte del mundo. Muy a menudo me deja perplejo descubrir su ignorancia expresada en la pregunta: «¿Pero hay cristianos en Arabia?».
El capuchino y obispo suizo Paul Hinder fue nombrado vicario apostólico de Arabia en 2005, un vasto territorio que incluye Yemen, Omán, Arabia Saudí, Catar, Baréin y Emiratos Árabes Unidos, una zona llena de contradicciones. Mientras en Abu Dabi abundan los rascacielos, en Yemen el 60 % de la población no muere por la guerra, sino por hambre y enfermedades que no se pudieron atender por la falta de acceso a medicamentos.