Parolin defiende el acuerdo con China: «Es una cuestión intereclesial»
El secretario de Estado del Vaticano acusa a su homólogo estadounidense, Mike Pompeo, de buscar de forma inoportuna «la simpatía de los electores» con sus críticas a la renovación del acuerdo de la Santa Sede con China
El secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, señaló el miércoles que el acuerdo que renovará el Vaticano con China a finales de octubre sobre el nombramiento de obispos no tiene nada que ver con la política de Estados Unidos. Lo hizo, informa Efe, después de que el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, afirmara en un simposio sobre libertad religiosa en la Embajada de su país ante la Santa Sede que «en ningún lugar se ataca más la libertad religiosa que en China». Era una nueva crítica al Vaticano por su posición con el gigante asiático, después del artículo en el que hace unos días aseguraba que el acuerdo pone en peligro «la autoridad moral» de la Iglesia católica.
«Usar esta cuestión (con réditos políticos ante las elecciones de EE. UU. de noviembre) no es oportuno. Si lo que se quiere es conseguir la simpatía de los electores, creo que no es la forma más adecuada para hacerlo porque esta cuestión no tiene nada que ver con los votantes estadounidenses», declaró Parolin a los medios tras pronunciar su discurso en este simposio. «Es una cuestión intereclesial, no se debe utilizar para otro objetivo», añadió.
Pompeo se encuentra en Roma, donde el miércoles se reunió con el primer ministro y el ministro de Exteriores, y este jueves será recibido por Parolin y por el secretario vaticano para las relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher. Pero no por el Papa Francisco, quien ya lo recibió en audiencia en octubre del año pasado.
«Todos queremos la libertad religiosa»
Parolin se mostró sorprendido por las declaraciones públicas de Pompeo, que afirmó «no esperar» a pesar de que «conocemos desde hace tiempo la posición de la administración Trump». Las discrepancias de Estados Unidos respecto al Vaticano y su acuerdo con China, añadió, deberían tratarse durante los encuentros en el Vaticano.
El secretario de Estado vaticano argumentó que la Santa Sede ha decidido renovar este acuerdo con China que firmaron en 2018, tras una «profunda reflexión» y porque cree que es «el camino» para mejorar las relaciones bilaterales de estos dos Estados, cuyos lazos diplomáticos son oficialmente inexistentes desde 1951. «Creo que todos estamos de acuerdo en el fin, todos queremos la libertad religiosa, el problema es cómo realizar este camino. Para nosotros es importante el diálogo», justificó.
Más allá de la libertad de culto
Antes de comparecer ante los medios, durante su ponencia en el simposio organizado por la embajada, el cardenal dejó de lado la geoestrategia y la alusión a casos concretos, y se dedicó a un análisis más profundo. En el debate sobre este derecho fundamental, justificó, «incluyendo su promoción a través de la actividad diplomática, es útil» recordar no solo lo que se defiende sino también las amenazas» a las que se enfrenta. «Esto incluye ciertamente la opresión física, la persecución y la imposición ideológica, pero también la negación de la naturaleza misma del hombre».
Además, la libertad religiosa no se debe entender como la simple libertad de culto. En su mismo centro está también «el ejercicio de la libertad de conciencia». La Iglesia «ha defendido siempre la necesidad de respetar el fuero interno», que es el lugar más sagrado de la persona. «Tristemente, somos testigos de un creciente número de ejemplos en los que esta libertad se viola», incluso desde la legislación civil.
Comprensión inadecuada de la libertad
Estas violaciones, explicó Parolin, pueden proceder «de regímenes totalitarios», como en aquellos países donde «la práctica de ciertas tradiciones religiosas está prohibida y las minorías son perseguidas activamente»; pero también de «las voces intolerantes de lo políticamente correcto, que silencian y condenan las creencias religiosas, tradiciones y prácticas que chocan con su ideología progresista», etiquetándolas de provocadoras de odio y de «intolerantes».
Muchos de estos ataques, continuó el secretario de Estado, proceden de una comprensión errónea del significado de la libertad humana. «En las sociedades contemporáneas, particularmente en Occidente, existe una fuerte tendencia a exagerar» esta característica de la persona, «desvinculándola a propósito de la búsqueda del bien; o, peor aún, haciendo de ella el único bien». Como consecuencia el hombre se vuelve sobre sí mismo, haciéndose autorreferencial.
Esta perspectiva reduccionista, recordó el cardenal, está en el fondo de casi todas las corrientes modernas de pensamiento, «así como de la ideología liberal predominante, que sitúa la ley moral y la conciencia en drástica oposición, así como nuestra naturaleza humana y la libertad». Frente a esto, el concepto de libertad religiosa que defiende la Iglesia es uno en el que, además de rechazar la opresión externa, se reconozca que es una «libertad para buscar la verdad. La libertad religiosa es también la libertad “para” creer».