Parolin, custodio de la paz en Medio Oriente
La visita del secretario de Estado a Beirut, que concluye este jueves, ha sido un ejercicio diplomático al servicio de la paz en un momento en el que cualquier error de cálculo político podría hacer explotar una guerra abierta entre Hizbulá e Israel
En un ejercicio de equilibrios diplomáticos discretos, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin está tratando durante su viaje al Líbano de esta semana contener la ira de la política libanesa para que no se deje arrastrar en la fanática carrera hacia el abismo de la guerra liderada por Hizbulá. El jefe de esta milicia milicia proiraní y jomeinista, Hasan Nasralá, en su retórica ciega de odio, ha llegado incluso a amenazar a Chipre, Estado miembro de la Unión Europea si ofrece sus bases al ejército israelí.
Parolin no ha escatimado esfuerzos para intentar frenar la escalada en la frontera del país con Israel y durante su visita al país de los cedros —que concluye este jueves— se ha reunido con líderes políticos como el primer ministro en funciones, Najib Mikati y el presidente de la Cámara de representantes, Nabih Berri, además de con responsables de la Iglesia libanesa, entre ellos el patriarca maronita el cardenal, Bechara Boutros Rai.
El país vive una debacle económica. Cerca del 45 % de la población libanesa vive por debajo del umbral de pobreza y decenas de miles de personas han perdido su empleo o han visto recortados sus salarios. Además la libra libanesa vive un momento de gran inestabilidad y ha visto caer su valor en más de un 90 %. Líbano también está sumido en una crisis política. Desde finales de 2019, el país ha sido testigo de protestas masivas contra el gobierno, considerado corrupto. El último gobierno libanés en funciones, presidido por el primer ministro Hassan Diab, cayó tras las protestas que siguieron a las explosiones en el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020. El estancamiento político persiste, ya que el primer ministro provisional Mikati y el sucesor del presidente Michel Aoun siguen indecisos, lo que deja al país sin presidente ni gobierno con poderes desde hace más de un año.
Por ello, Parolin incidió al día siguiente de llegar a Beirut en el «gran vacío» de poder que se siente en el país, según ha informado el diario L’Osservatore Romano. «Falta una voz cristiana que, sin duda, marcaría la diferencia. Esta ausencia pesa mucho en este grave momento para Oriente Próximo», dijo Parolin que celebró este lunes una Misa en la Universidad Saint Joseph tras presentar un proyecto agrícola de la Orden de Malta destinado a combinar el desarrollo económico y la seguridad alimentaria.
Según la tradición establecida, el presidente que debía haber sido elegido en octubre de 2022 debe ser un cristiano maronita. En este sentido, lanzó un llamamiento claro: «En nombre del Santo Padre, con confianza y esperanza, renuevo este llamamiento a todos los que tienen la responsabilidad de garantizar que la elección del presidente se lleve a cabo rápidamente y que el país pueda recuperar realmente la estabilidad institucional, tan necesaria para afrontar seriamente los desafíos actuales».
Consciente de que la verdadera salvación del Líbano depende en gran parte de la capacidad de los cristianos para rechazar el relato incendiario de Hizbulá, Parolin dijo que «hoy tenemos tanta necesidad de testigos creíbles», que muestren la belleza de la fe, la esperanza y la caridad en Cristo a través de su coherencia de vida y convirtiéndose, como «familia cristiana, en célula constitutiva de la sociedad». «Nosotros mismos», aseguró el secretario de Estado del Vaticano, «debemos ser también testigos a nivel nacional, regional e internacional, sin miedo a llevar el Evangelio de Cristo a la vida pública».
Asimismo, Parolin llamó a la sociedad libanesa a mantener «vivo y eficaz el mensaje de «vivir juntos», característico del país de los cedros». A la celebración asistieron miembros de la Orden de Malta, con la embajadora de la Orden en el Líbano, Maria Emerica Cortese.
Deteniéndose en la figura de san Juan Bautista, el cardenal recordó la alegría que supuso su nacimiento no solo para sus padres, Isabel y Zacarías, sino también para sus vecinos y conocidos. «Debemos ser testigos de esta alegría y gratitud —dijo el Secretario de Estado—, porque también nosotros hemos reconocido la salvación que viene de Cristo. En un mundo cada vez más entristecido por el pecado, la envidia, la división, el conflicto y la falta de perdón, la alegría cristiana, que es mucho más que una alegría pasajera, se hace cada vez más necesaria».
En el contexto de la «grave situación económica» del Líbano, el cardenal invitó a continuación a los miembros de la Soberana Orden Militar de Malta a «ser cada vez más generosos para responder a las necesidades de los más necesitados, para intentar aliviar la carga de tantas personas, con la esperanza de un futuro mejor, más justo y equitativo».