Para el Vaticano, el desarme nuclear es «un imperativo moral»
Su subsecretario para Asuntos Multilaterales define la existencia de estas bombas como «una afrenta a toda la humanidad»
«La acumulación de armas nucleares contrasta marcadamente con el hecho de que tantas personas en este planeta luchan por sobrevivir», ha denunciado Daniel Pacho, subsecretario para Asuntos Multilaterales de la Santa Sede, en la 69 Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). De hecho, ha definido este tipo de armamento como «una afrenta a toda la humanidad» del que deshacerse supone «un imperativo moral».
Además, en el contexto actual de escaladas bélicas, matanzas y el peligro de la regionalización de los conflictos, ha advertido de que «una confrontación nuclear grave tendría sin duda un impacto irreparable y devastador, y resultaría en una pérdida de vidas humanas sin precedentes».
Pacho ha pronunciado estas palabras precisamente en el año en que se cumplen 80 años del lanzamiento de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Recordando aquel episodio traumático, el oficial vaticano ha señalado que las armas nucleares son matan de manera «indiscriminada», tienen una presencia «desproporcionada» y «fundamentalmente son incompatibles con los principios humanitarios y éticos». Y ha advertido que su mera posesión «solo puede exacerbar aún más los temores y provocar reacciones injustificadas».
Bajando a lo concreto, Daniel Pacho ha confesado su inquietud por la «terrible guerra en Ucrania» y por la crisis en Oriente Medio, donde un ataque a instalaciones nucleares iraníes «tiene el potencial de provocar una mayor escalada, agravando aún más la situación». Por tanto, ha emplazado a «revitalizar la diplomacia multilateral» y reforzar el papel de las instituciones internacionales que, en palabras del Papa León XIV, deben frenar «la producción de instrumentos de destrucción y muerte».
El subsecretario para Asuntos Multilaterales de la Santa Sede ha elogiado además el papel del Organismo Internacional de Energía Atómica y reivindicado que «es el modelo de multilateralismo». A su juicio, las misiones de monitoreo y verificación son cruciales hoy «para reconstruir la confianza mutua necesaria para reanudar el diálogo, construir la paz y garantizar la seguridad regional y global».
Finalmente, ha matizado que sí hay un uso ético de la energía atómica a través de la medicina o la producción de energía, pero debe estar regido siempre «por un sólido marco regulatorio basado en principios éticos: seguridad, transparencia, justicia intergeneracional y cuidado de la Creación».