Papa Francisco: «La humanidad de mi Dios no es un simulacro» - Alfa y Omega

Papa Francisco: «La humanidad de mi Dios no es un simulacro»

En su epílogo al libro El desafío de Jerusalén, un viaje a Tierra Santa, Francisco anima a visitar Jerusalén y pide a cristianos, judíos y musulmanes dejar de ser «guerreros»

Redacción
El Papa Francisco, en oración, ante el Muro de las Lamentaciones, en Jerusalén, el 26 de mayo de 2014. Foto: CNS.

La peregrinación a Tierra Santa en 1964 de Atenágoras y san Pablo VI «marcó una nueva etapa en el camino de acercamiento entre los cristianos, durante siglos divididos y separados», sostiene el Papa en el epílogo de El desafío de Jerusalén: un viaje a Tierra Santa. El libro es obra de Éric-Emmanuel Schmitt, un miembro de la francesa Academia Goncourt que, por sugerencia del Vaticano, peregrinó a Tierra Santa en 2022 para escribir un diario de viaje sobre Jerusalén y su fe que ahora publica la Libreria Editrice Vaticana.

El epílogo de Francisco, que ya ha difundido el diario Avvenire, subraya que «nuestra fe es una fe con memoria que atesora las palabras y los gestos en los que Dios se manifiesta». Y hace hincapié en que «el cristianismo no es una teoría ni una ideología sino la experiencia de un hecho histórico». «Este acontecimiento, esta Persona, todavía pueden encontrarse allí», sostiene el Papa sobre los lugares santos recogidos en la Biblia.

Portada del libro.

Francisco aborda en su carta final en el libro de Éric-Emmanuel Schmitt el misterio de la Encarnación. «La humanidad de mi Dios no es un simulacro», sentencia. «Dios verdaderamente se hizo carne y sangre en Jesús, y como hombre vivió, amó, sufrió por amor a nosotros, a todos y a cada uno, dando su vida en la cruz. Esta es verdaderamente la buena noticia que todos esperamos: que Dios no es un ser misterioso escondido entre las nubes, sino alguien que se acerca y se familiariza con nosotros». E invita además a «tocar literalmente con nuestras propias manos» los lugares por los que Cristo caminó. Subraya que el cristianismo «es una fe memoriada que atesora las palabras y gestos en los que Dios se manifiesta».

Finalmente, el Papa cierra su epílogo con un mensaje de unidad y poniendo como ejemplo a Charles de Foucauld, quien vivió tres años con la clarisas en Nazaret. «El desafío que todos tenemos delante, es el de la fraternidad humana. En Jerusalén se encuentran las grandes tradiciones religiosas que se remontan a Abraham: judaísmo, cristianismo e islam». Y pone deberes a las llamadas «religiones del Libro»: «Los creyentes están llamados a ser hermanos y constructores de puentes, y ya no enemigos ni guerreros. Nuestra vocación es la fraternidad, porque somos hijos del mismo Dios».