Huella española en el arte de Tierra Santa - Alfa y Omega

Huella española en el arte de Tierra Santa

Decenas de piezas litúrgicas y obras de arte, algunas tan icónicas como la imagen del Niño Jesús que se venera en Belén, son regalos españoles a la Custodia de los Santos Lugares

P. J. Armengou
El Niño que procesiona en Navidad en Belén fue realizado en Barcelona. Foto: Terra Sancta Museum.

Cálices de oro y plata, casullas ornamentadas con finos bordados, incunables ricamente ilustrados, retratos de monarcas, cuadros con escenas bíblicas… Son solo algunos de los múltiples objetos que los fieles y reyes españoles han donado a lo largo de los siglos a la Custodia de Tierra Santa. Una huella patrimonial de gran riqueza artística e histórica que pronto será visible, por primera vez, para el gran público. Los franciscanos planean inaugurar en 2025 la nueva sección histórica del Museo de Tierra Santa en Jerusalén, en la que se exhibirán cientos de piezas de arte procedentes de todo el mundo y que contará con una sala dedicada a España.

«Nuestra presencia resulta muy abundante y con piezas de extraordinario valor», explica la española Carmen Serrano de Haro, arquitecta residente en Jerusalén, que opina que el nuevo museo «ayudará considerablemente a poner en valor este legado». Experta en el patrimonio español conservado por los franciscanos durante sus más de 800 años en Tierra Santa, Serrano de Haro explica que la vinculación de España con la Custodia ha sido muy importante a lo largo de los siglos: «Durante la mayor parte del periodo histórico en el que la Custodia franciscana recibe donaciones, España es el gran Imperio católico del orbe europeo. De hecho, es el primero que inicia ese apoyo con la compra del Cenáculo por Sancha de Mallorca en 1333».

Así, la nieta de Jaime I el Conquistador y mujer del rey Roberto I de Nápoles fue la principal responsable de que los franciscanos se establecieran en la Ciudad Santa, edificando su primer convento en el monte Sión e intercediendo ante el sultán de El Cairo para conseguir el lugar de la Última Cena. Este apoyo se repitió por parte de los sucesivos reyes hispánicos, muchos de los cuales ostentaron el título honorífico de reyes de Jerusalén, hasta el punto de que «una de las últimas piezas donadas por las familias reales europeas a Tierra Santa es la conocida como lámpara del duque de Madrid, Carlos VII, pretendiente al trono de España y que llega a Jerusalén en 1895», indica la experta.

Pero la vinculación española con la Custodia no se limitó al obsequio de obras de arte y ornamentos para la liturgia. Durante siglos, los reyes españoles enviaron regularmente barcos con dinero, alimentos y materiales a Tierra Santa. Algunas de las restauraciones más importantes en el Santo Sepulcro se sufragaron con fondos españoles y la mayoría del sustento económico de los franciscanos en Tierra Santa dependía de España, por lo que la contabilidad de la Custodia estaba siempre en manos de frailes nacionales. Sus «conductas», en las que registraban en castellano los objetos que llegaban de todo el mundo, también se mostrarán en el museo.

Más allá del dinero y de piezas que habían quedado prácticamente ocultas hasta ahora, algunas obras de arte especialmente relevantes para la historia y vida religiosa de Tierra Santa también llegaron desde España. Es el caso de la estatua del Niño Jesús que se venera en Belén y que el patriarca latino de Jerusalén lleva en procesión cada Nochebuena desde la iglesia de Santa Catalina hasta la gruta de la Natividad. La figura fue elaborada en el Taller Reixach-Campanyà de Barcelona y llegó a Belén en 1921 por iniciativa del fraile andaluz Gabino Montoro. «Es una figura que se sale de lo clásico, con una posición curiosa, ya que tiene las manos juntas y no separadas», explica Mireia Grisolia, última representante de la familia que regentaba el taller.

El Cristo de la capilla de la Flagelación de Jerusalén también es obra española, del mismo Taller Reixach-Campanyà. La estatua, del siglo XVIII, fue destruida por un judío extremista en febrero de 2023. El hombre, que arrojó la figura al suelo y la golpeó con un martillo, fue detenido mientras gritaba que «no se pueden tener ídolos en Jerusalén». La estatua sufrió graves daños. Su rostro quedó muy desfigurado y, en la caída, se rompió una pierna. Grisolia todavía se dedica a la imaginería y explica que la Custodia se ha puesto en contacto con ella para restaurar la figura, aunque no cree que se la envíen: «Es normal, es muy caro y seguro que allí hay buenos artesanos».

También tiene vinculación española la conocida como la Estrella de Belén, un ornamento de plata dorada pensada para indicar el lugar donde nació Jesucristo, dentro de la basílica de la Natividad. La pieza, regalada en 1739 por la reina María Amalia de Sajonia, mujer de Carlos III, se exhibirá en la primera sala del nuevo museo junto con una figura de Cristo resucitado, también de firma española. Esto supone un recorrido por «el principio y el final del Evangelio, narrados al visitante por la historia de España», reflexiona Serrano de Haro.