Palomares. Días de playa y plutonio. La verdad padece... - Alfa y Omega

Palomares. Días de playa y plutonio. La verdad padece...

Isidro Catela
José Herrera, investigador del accidente de Palomares, en un fotograma de la serie
José Herrera, investigador del accidente de Palomares, en un fotograma de la serie. Foto: Movistar+.

Sostenía David Beriain, periodista navarro asesinado hace unos días en Burkina Faso junto a su compañero Roberto Fraile, que una de las historias más grandes jamás contadas era la de los 93 metros que su abuela recorría a diario, en el pueblo, desde su casa al banco de la iglesia donde rezaba. Esos 93 metros se convirtieron en la marca reconocible de una exitosa productora audiovisual que, en colaboración con las grandes plataformas digitales, nos han dado algunos de los mejores documentales de los últimos años. Tal vez este que traemos hoy aquí no sea el mejor de todos, pero como es uno de los últimos trabajos de la productora, en esta ocasión al alimón con Movistar+, aquí va la recomendación de Palomares. Días de playa y plutonio.

Se trata de una miniserie de cuatro episodios que se remonta a aquel histórico 17 de enero de 1966, cuando el cielo ardió y cuatro bombas termonucleares con capacidad para provocar la mayor explosión atómica desde la Segunda Guerra Mundial, cayeron en un pequeño pueblo de Almería. Los mayores recordarán las imágenes de Manuel Fraga luciendo bañador para mandar al mundo un calculado mensaje de que todo estaba bajo control. El documental va de eso, pero es mucho más que Fraga en bañador e imágenes del NO-DO.

No esperen objetividad, porque eso, con una cámara al hombro, no es posible. La misma posición de la cámara es ya una posición moral. Pero aquí, en un notable esfuerzo de rigurosidad y buena divulgación, consiguen profundizar en la historia, aportar datos relevantes y enganchar al espectador con una estructura de thriller, sin que la querencia del autor moleste en exceso.

Merece la pena verlo, también como sentido homenaje a David Beriain, a Roberto Fraile y a tantos otros que arriesgan su vida por contarnos la verdad; aquella que, como bien sabemos, padece, pero no perece.