Pablo López: «Las horas que hemos echado están pagadas con creces»
El autor de Cómo hablar de Dios en las redes revela que el proyecto Jóvenes Católicos salvó la vida de un bebé y de un chico que pensaba en suicidarse
Pablo López es un sacerdote implicado en proyectos digitales de evangelización como Jóvenes Católicos —premio de la Conferencia Episcopal Española en 2023— y Hallow —una aplicación con audioguías para la oración—. Ambos son seguidos por millones de jóvenes. Ahora publica Cómo hablar de Dios en las redes, un libro con claves muy prácticas para compartir la fe.
Acaba de escribir Cómo hablar de Dios en las redes. La pregunta está clara: ¿Cómo hablar de Dios en las redes?
Desde mi punto de vista, con naturalidad. Sin hacer nada artificial. Cada uno tiene que hablar con su ejemplo, con su vida, pero sin ocultar que Dios está presente en la vida de un católico. El ejemplo es lo que más arrastra, a veces más que estar predicando. Otras veces, uno tiene la necesidad en la oración o al leer una noticia de salir al paso y explicar lo que lleva dentro. Seguro que ayuda a más personas hablar de las angustias, anhelos o la salud mental. O si soy director espiritual, voy a dar soluciones a lo que me va viniendo. Lo importante es plasmarlo en un lenguaje actual y adaptarse a las nuevas tecnologías. No puedes estar dando una chapa de 20 minutos. Usa un ejemplo, una historia. Es muy importante también dónde se graba, la calidad del vídeo y la calidad del audio.
Entonces el primer consejo es ser auténtico.
Es importante que uno no se esté diciendo: «A ver cómo voy a conseguir más seguidores». A veces, cuando una persona está en busca de seguidores, hace cosas solo por los seguidores. Como un cura que hable de política, está fuera de contexto. Los curas tenemos que hablar de Dios y no perdernos en temas que son de la época y muy opinables. A lo mejor consigues que lo que digas le pueda hacer gracia a uno, pero pierdes a muchos.
¿Cuáles son los temas que sí hacen bien?
Los del día a día. Cómo meto a Dios en mi vida cuando me levanto, cuando me pongo a trabajar, en mis relaciones personales o en mi plan de vida. O de dónde puedo sacar huecos para hacer la oración. U otras preguntas del alma como: «¿Qué quiere Dios de mí?». O «¿Cómo tienta el demonio y cómo podemos abordar esa lucha?». En definitiva, meter las cosas sobrenaturales en el flujo humano. En vez de ir por la calle mirando al suelo como hacen los cerdos y las gallinitas, que podamos elevar la mirada al Cielo con un par de consejos.
Este no es solo un manual para hablar de Dios, cada tema tiene una historia. Hay de muchísimas personas. Hay gente que piensa: «Le he dedicado muchísimo tiempo a hacer una oración y no tiene trascendencia». Pues no tienes ni idea de lo profundo que puede ser ese mensaje. Hay que animar a llenar las redes de cosas buenas, ya que todo el mundo se queja de cómo está el mundo.
Imagino que dar ese testimonio también le ayuda a uno mismo a mantener vivo su fuego.
Cuando uno va haciendo las cosas, va rezando, va ofreciendo ese tiempo que tiene. Por ejemplo, para Hallow todos los días grabo un audio y, mientras estoy trabajando, me está sirviendo a mí. Lo estoy ofreciendo por los frutos que puedan llegar.
¿Recuerdas historias de personas a los que el contenido de Dios en redes haya ayudado?
Un día vino una chica desde Extremadura a Madrid para darnos las gracias al equipo de Jóvenes Católicos. Cuando ella tenía 17 años iba a abortar, empezó a hacer una oración y se encontró con algo que le hizo sentir cómo Jesús le dijo: «Tiene que tener a esta criatura». Solo por eso, las horas que hemos echado están pagadas con creces.
O el otro día vino una venezolana con su marido y su hijo. Habían ido a un congreso en Barcelona, pero se acercaron a Madrid solo para saludarme y darme las gracias porque ella llevaba décadas con un problema de angustia y de estrés. Empezó a rezar y encontró la paz. Y eso que había pasado por un montón de sitios, pero nadie le había ayudado.
U otro amigo mío al que le gustaba el rap, después de que se lo pidiera hizo uno sobre la Navidad. Era su primera canción hablando de Dios y él se decñia: «El día de mañana se van a reír de mí y tengo un poco de complejo». Pues por esa misma canción, en el día que salió, alguien nos escribió un comentario diciendo: «Gracias a esta canción no me he suicidado».
¿Qué frutos más inmediatos os gustaría conseguir con este libro?
Gracias a Dios, tenemos muchos seguidores. Yo no tenía Instagram hace cinco años. Me lo hice porque todos los jóvenes pasan horas allí. Pueden pasar durante el verano seis horas de media. Y entresemana las cuatro horas no se las quita casi nadie. Le hace mucha más falta a esa gente que a la que ya está encajada en su parroquia y su familia. El otro día soñé que un chico me escribía diciendo: «Después de leer este libro, creo que Dios me pide entrar al seminario y ser sacerdote».