Pablo d’Ors: «La Iglesia no ha sabido transmitir la experiencia espiritual genuina» - Alfa y Omega

Pablo d’Ors: «La Iglesia no ha sabido transmitir la experiencia espiritual genuina»

La red de meditadores Amigos del Desierto, fundada por Pablo d’Ors, cumple una década «en la frontera entre la sociedad y la Iglesia, entre el catolicismo y otras tradiciones de sabiduría, entre el silencio y la palabra», dice

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El fundador de Amigos del Desierto, Pablo d’Ors
El fundador de Amigos del Desierto, Pablo d’Ors. Foto: Ignacio Gil.

El día 10 de febrero de 2024, la Universidad de la Mística en Ávila acogerá un encuentro de la red de meditadores Amigos del Desierto con ocasión de los diez años de sus inicios. Su fundador, el escritor y sacerdote Pablo d’Ors, reconoce que «Amigos del Desierto es lo mejor que me ha pasado en mi vida».

Es tiempo de balance. ¿Cuál es el que hace a punto de cumplirse los diez años del nacimiento de la asociación?
Yo me ordené sacerdote en 1991 pero solo en 2014, con el nacimiento de esta red de meditadores, puedo decir que he experimentado la paternidad sacerdotal. Miles de personas han pasado por nuestros retiros, vigilias, seminarios y encuentros: ha sido un regalo desbordante, inimaginable para mí, un clarísimo signo del Espíritu. Puedo decir que hemos sembrado muchísimo, que miles de personas han empezado a meditar gracias a nuestra mediación y que he aprendido como nunca hasta este momento. Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

¿Qué ha descubierto en la gente? ¿Qué tiene dentro que le mueve a buscar este tipo de oración o meditación?
Tres cosas. La primera es que todos buscamos a Dios, aunque muchos no lo llamen así. La segunda es que la Iglesia católica no ha sabido transmitir la experiencia espiritual genuina a buena parte de sus destinatarios, pues se ha centrado más en lo moral y en lo litúrgico que en lo propiamente espiritual. Y la tercera es que el modo de acercamiento al hombre y mujer contemporáneos debe ser profundamente sencillo, pues solo lo sencillo es universal. La gente tiene sed de Dios, un anhelo profundo de Vida con mayúscula. Se alejan de la Iglesia no porque sean malos, sino porque no ven vida en nuestras comunidades. Se van tras el silencio porque hay un agotamiento ante tanta palabra vacía y tanta acción frenética.

En cifras

Amigos del Desierto supone un camino espiritual que se recorre, además de con otras prácticas y actividades, siguiendo un itinerario de retiros: retiro de iniciación, retiro de profundización y ejercicios contemplativos, con una distancia aproximada de un año entre uno y otro. Hasta el momento, el retiro de iniciación lo han realizado 4.200 personas; el de profundización, 1.100 personas; y los ejercicios contemplativos, unas 300 personas.

¿Cómo se enmarca la oración contemplativa dentro de la Iglesia? Es decir, ¿cree que en el futuro quedarán cristianos que no sean contemplativos?
Es difícil predecir, pero creo, con Rahner, que la Iglesia del futuro será mística o no será. Sin silencio no hay, ciertamente, misticismo que valga. De modo que entreveo una Iglesia muy espiritual en el futuro: es lo único, en mi opinión, que nos puede salvar. ¿A dónde iríamos sin el Espíritu? La oración contemplativa es lo que en el mundo laico se conoce como meditación. Yo me he convertido, y lo digo con tanta modestia como rotundidad, en un apóstol de la meditación en la Iglesia española y en la latinoamericana.

¿Cuál es el futuro inmediato de Amigos del Desierto, hacia dónde se encamina?
Amigos del Desierto quiere estar en la frontera entre la sociedad y la iglesia, entre el catolicismo y otras tradiciones de sabiduría, entre el silencio y la palabra… Esa es nuestra vocación, lo que hace que seamos difíciles de digerir para algunos. Nos están llegando últimamente propuestas para tener una sede física pues hasta ahora, como la gente del desierto, hemos sido totalmente nómadas. Quizá, con ocasión de este décimo aniversario, sea la ocasión para plantar una primera tienda. También creo que es el momento de reeditar la obra magna de Franz Jalics, nuestro principal mentor junto a Carlos de Foucauld. Por lo que a mi persona se refiere, yo me encamino hacia una vida más silenciosa y orante; o en eso confío.

Se ha confesado muchas veces deudor del legado de Franz Jalics. ¿Hasta dónde cree que alcanza su figura? ¿Le veremos algún día en los altares?
Dudo de que veamos a Franz Jalics en los altares, pero quizá sea porque soy un hombre todavía de poca fe. Quizá la generación siguiente, o la siguiente: no antes de 50 años, en cualquier caso. Sea como fuere, y más allá del reconocimiento oficial, resulta indiscutible que Jalics ocupa uno de los puestos más insignes entre los maestros espirituales de cuño cristiano del siglo XX. Por mi parte, encontrarme con su figura y pensamiento me ha cambiado la vida. Y sé positivamente que, al presentárselo a otros muchos, también su vida se ha transformado y hecho más luminosa.