Omella en el funeral de Antoni Vadell: «Perdemos a una gran columna, y yo a un hermano pequeño» - Alfa y Omega

Omella en el funeral de Antoni Vadell: «Perdemos a una gran columna, y yo a un hermano pequeño»

La catedral de Barcelona se ha llenado este lunes para despedir al obispo auxiliar de Barcelona, fallecido el sábado

Fran Otero
El cardenal Omella rocía el féretro de Antonio Vadell con agua bendita. Foto: Arzobispado de Barcelona.

Barcelona se ha despedido este lunes del que fue hasta el sábado su obispo auxiliar, Antoni Vadell, que falleció el sábado a causa de un cáncer de páncreas. En un funeral corpore insepulto en una catedral con el aforo completo, el arzobispo, cardenal Juan José Omella, ha reconocido, visiblemente emocionado, que la diócesis pierde «una gran columna, y yo, personalmente, […] un hermano pequeño al que quiero de corazón».

En una Eucaristía que ha contado con familiares del obispo Vadell –entre ellos, su madre Antonia–, así como con varios obispos, decenas de sacerdotes y numerosas autoridades civiles, Omella se ha preguntado durante la homilía por qué se ha ido tan pronto, por qué Dios no ha escuchado las oraciones. «No tenemos respuesta. En el silencio de la oración hay una luz que puede iluminar nuestras dudas y nuestro dolores. En la Biblia encontramos esa luz en la respuesta de Job: «El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor»».

El purpurado ha recordado que Vadell ha sabido llevar «con gran dignidad humana y creyente» la enfermedad, dando un «ejemplo admirable de cómo debemos ponernos en las manos de dios aceptando siempre su voluntad». «En el obispo Toni he podido descubrir una profunda espiritualidad, fundamentada en el misterio pascual, en la cruz de Cristo resucitado, signo de renuncia y de amor; y también una profunda espiritualidad apostólica, al estilo de san Juan de Ávila, patrón de los sacerdotes españoles», ha añadido.

«Me abandono en las manos de Dios»

También ha destacado el modo en que el que fuera su obispo auxiliar ha vivido su sacerdocio, entregándose siempre a los demás. Y ha recordado las palabras que le confesó un día en el hospital: «Estoy muy flojo, no tengo fuerzas, el mal va avanzando. Crece el tumor. Solo queda como remedio el milagro, si es la voluntad de Dios. Me abandono en sus manos. Mi oración es la ofrenda de mi vida al Señor por la Iglesia, por la diócesis».

Con todo, el cardenal Omella ha invitado a todos a proclamar con fe que Cristo «ha vencido a la muerte, que el Resucitado vive y está en medio de nosotros y que en él viven nuestro difuntos». Y ha pedido la paz, la esperanza y el consuelo para su familia. «Que el Señor os recompense con el cariño con el que habéis tratado a Toni durante su enfermedad. Gracias a todos los que habéis estado cerca de él, le habéis acompañado físicamente y con vuestras oraciones», ha afirmado.

Y ha concluido: «Toni, hermano, que Dios te bendiga y te guarde. Descansa en paz y sigue trabajando desde el cielo mientras nosotros avanzamos por este valle de lágrimas».