Nuevo vídeo de la Conferencia Episcopal contra la trata
Entre sus protagonistas, Camila explica cómo las personas que le ayudaron a salir de la explotación son «un ángel que Dios colocó en mi camino»
El Departamento de Trata de Personas de la Conferencia Episcopal lanza un nuevo vídeo para profundizar en su proyecto social contra esta lacra y en el que está centrado durante este Jubileo del 2025. Bajo el título Sin mí, nada podeís hacer, con él quiere mover a la reflexión —y a la acción y al compromiso personal— a los católicos durante esta Cuaresma. De hecho, según recuerda Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona y quien está comprometido en la causa, «la Cuaresma no solo es un proceso de purificación y renovación personal, sino también un proceso de purificación social. No hay conversión personal sin compromiso social». Por lo que invita a que este tiempo litúrgico sirva para que cada cristiano cristalice una acción concreta en la lucha contra la explotación de personas, que define como «un crimen que corrompe la humanidad, que lesiona los derechos de los hijos de Dios y que anula la voluntad de una vida en libertad». Sus textos forman parte también de los materiales preparados para la campaña, entre los que están también escritos del Papa Francisco y de la adoratriz Nieves Rodríguez.
En el vídeo de la Conferencia Episcopal aparecen laicos y religiosos vinculados a las oblatas, la Fundación Cruz Blanca, Villa Teresita, las hijas de la caridad y las adoratrices. También Camila, superviviente de trata, quien detalla cómo es el típico proceso de captación. Ella lo sufrió en Brasil. Teniendo que salir del país por la persecución de una expareja controladora, «una mujer brasileña pero que vivía en España me ofreció ayuda para venir aquí, me pagó el pasaje, el pasaporte y todo». Después, «cuando llegué aquí, me vendieron para el tráfico de mujeres», narra.
Salió de aquella realidad gracias a «una señora muy buena que fue una luz en mi vida». «Me acogió en su casa, me dio trabajo, me enseñó un poco de español y fue como un ángel en mi vida que Dios colocó en mi camino», añade. Vivió en su casa seis meses «y somos muy amigas hasta hoy».
Al saber de esto, la mujer que la engañó para venir a España «empezó a amenazarnos». Y Camila pidió ayuda al sacerdote de una parroquia donde «me atendieron superbién». «Los asistentes sociales son personas que guardo en mi corazón», añade Camila.
Finalmente, en manos de las mujeres de Villa Teresita, «ellas me ayudaron a buscar algo que me diera alegría y rescatar sueños que tenía en el pasado y que pensaba que no podría lograr». «De esta forma fui teniendo esperanza y poco a poco vi que lo podía conseguir», concluye.