Nuevo impulso para la causa de la familia - Alfa y Omega

Nuevo impulso para la causa de la familia

En su balance del VII Encuentro Mundial de las Familias, que se celebró hace dos semanas en Milán, Benedicto XVI ha vuelto a recordar la importancia de defender «la causa de la familia, que es la causa misma del hombre y de la civilización», y recordó que familia, trabajo y fiesta son «tres dones de Dios» que «deben encontrar un equilibrio armónico»

José Antonio Méndez
Benedicto XVI bendice a un niño, durante la Audiencia General del pasado 6 de junio.

El VII Encuentro Mundial de las Familias, que se celebró en Milán del 30 de mayo al 3 de junio pasados, fue «una elocuente epifanía de la familia, que se manifestó en la variedad de sus expresiones, pero también en la unicidad de su identidad sustancial: la de una comunión de amor, fundada en el matrimonio y llamada a ser santuario de la vida, pequeña Iglesia, célula de la sociedad». Éste fue el balance que Benedicto XVI hizo, durante la audiencia general del pasado 6 de junio, del EMF, en el que participaron más de un millón de peregrinos. El Santo Padre retomó las líneas maestras de los mensajes que transmitió en el encuentro, y explicó que, «desde Milán, se lanzó al mundo un mensaje de esperanza, fundado en experiencias vividas: es posible y gozoso, aunque comprometedor, vivir el amor fiel, para siempre, abierto a la vida; es posible participar como familias en la misión de la Iglesia y en la construcción de la sociedad». Además, el Papa insistió en la necesidad de salvaguardar el tiempo de descanso, sobre todo del domingo, como tiempo para darse a la familia, a Dios y a los demás: «El domingo es el Día del Señor y del hombre, un día en el que todos deben poder estar libres, libres para la familia y libres para Dios. Defendiendo el domingo, defendemos la libertad del hombre», explicó.

Un triple compromiso

En su revisión del Encuentro, el Papa reclamó que «la experiencia vivida sea portadora de frutos abundantes en el camino de la Iglesia, y auspicio de una atención creciente a la causa de la familia, que es la causa del hombre y de la civilización». Eso sí: defender la causa de la familia pasa, entre otros aspectos, por un triple compromiso. El primero, del Estado, que debe defender «a la persona en sus múltiples aspectos, comenzando por el derecho a la vida, cuya supresión deliberada jamás se puede permitir, y por el reconocimiento de la identidad propia de la familia, fundada en el matrimonio entre hombre y mujer». El segundo, de los empresarios, que han de facilitar la conciliación laboral y familiar, pues «familia, trabajo y fiesta son tres dones de Dios, tres dimensiones de nuestra existencia que deben encontrar un equilibrio armónico para construir sociedades con rostro humano». Y, por último, como explicó el pasado día 9, durante la visita ad limina de los obispos de Papúa Nueva Guinea, el compromiso de las propias familias, que «deben jugar un papel central en la evangelización» de la sociedad y de otras familias, dando testimonio a quienes «no conocen todavía a Cristo, e inspirando a aquellos que se han vuelto tibios en su fe».