Nueva misionera en Filipinas: «Cuando tenemos a Dios dentro no se puede no transmitir» - Alfa y Omega

Nueva misionera en Filipinas: «Cuando tenemos a Dios dentro no se puede no transmitir»

Después de una vida entregada a la misión en occidente, Rita Borges llegó recientemente a Filipinas para «conocer a Dios con otro rostro». Se ha encontrado «un país muy distinto a lo que estoy acostumbrada» donde existe «una pobreza muy digna»

José Calderero de Aldecoa
Rita Borges junto con los niños a los que atiende en la misión. Foto cedida por Rita Borges.

La portuguesa Rita Borges, que pertenece a los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios, ha dedicado gran parte de su vida a la misión en España y en su país natal, pero ahora, con 49 años, le ha pedido a su comunidad un cambio. «Cuando una piensa de pequeña en ser misionera se imagina países sencillos, pobres, aunque en occidente he percibido que hay otro tipo de pobreza que no es la material», explica Borges en conversación con Alfa y Omega.

Por eso, pidió ir a Filipinas. «Tenía el deseo de poder conocer a Dios con otro rostro, el deseo de abrir horizontes. Siempre que uno sale de sus esquemas, aprende a abrirse a la voz de Dios de una forma nueva», asegura la misionera, quien además «intuía con mucha fuerza que Jesús me decía: “Te llamaré al desierto y ahí te hablaré al corazón”».

No hay derecho

Borges llegó al país asiático el pasado 17 de septiembre, pero antes de poder conocer a Dios con otro rostro le tocó hacer cuarentena durante diez días y no fue hasta el 26 de septiembre cuando pudo salir del hotel e ir, por fin, a la misión. De esta forma, «mis primeros días en Filipinas fueron un tanto solitarios, sin tener contacto con nadie». Un tiempo, que la religiosa vivió como si de unos ejercicios espirituales se tratase. «Sí, pude hacer una relectura del pasado y poder iniciar la misión con un corazón abierto a todo lo que viniera. Fue un tiempo sencillo, bonito, delante de Dios».

Una casa muy humilde con flores en la puerta. Foto cedida por Rita Borges.

Una vez fuera, la misionera pudo sentir un fuerte choque cultural. «Es un país muy distinto a lo que estoy acostumbrada», confiesa. Después de estas cuatro primeras semanas, «me sale gritar que no hay derecho a que todavía no haya saneamiento básico, no hay derecho a que la gente se muera a los 40 años porque no va al médico, no hay derecho a que los niños vivan sin un referente adulto, no hay derecho a que la información sea limitada…».

Por otro lado, Rita se ha encontrado «una pobreza muy digna». Y pone un ejemplo: «No hay casa, por más pobre que sea, que no se preocupe de tener flores en la puerta. Y eso me habla de un pueblo, que a pesar de ser muy pobre, vive esa pobreza con dignidad y es capaz de levantarse, de luchar».

La vida brotando

En este contexto, «nuestra misión –situada en la ciudad de Malasiqui, en la provincia de Pangasinan– es la evangelización, a través de predicaciones, convivencias, catequesis, acompañamiento». La idea es que una vez que «la persona tiene esa experiencia de Dios, pueda crecer por dentro e implicarse en la sociedad».

Antes de colgar, Borges habla del próximo día del Domund, que se celebra este domingo 24 de octubre bajo el lema Cuenta lo que has visto y oído. «Yo sé que dar este paso en una cultura secularizada es difícil, quizá algunos se rían, pero cuando tenemos a Dios dentro no se puede no transmitir». En realidad, «estamos disfrutando de la vida brotando en nosotros y estamos dando la oportunidad a la gente de descubrir lo que es el gozo de la vida, que es la experiencia de Dios», concluye.