«Nuestro planeta no se puede permitir este ritmo de consumo» - Alfa y Omega

«Nuestro planeta no se puede permitir este ritmo de consumo»

Un documento de los obispos del sur alerta de que la transición energética es insuficiente y propone el «decrecimiento». «No significa ser más pobres» sino «no consumir más allá de lo necesario», explica uno de los autores

Javier Martínez-Brocal
Coches eléctricos a la espera de ser exportados desde China.
Coches eléctricos a la espera de ser exportados desde China. Sustituir vehículos tradicionales por estos es insuficiente. Foto: AFP / China out.

Si en un coche se insiste demasiado en pisar el acelerador y forzar el motor, en un cierto punto dejará de funcionar. Un grupo de obispos, filósofos y economistas del sur global están convencidos de que al mundo actual le sucede algo parecido y que por eso sufrimos una crisis climática. Para afrontarla, proponen bajar un poco las marchas del vehículo y no usarlo para ir donde no se necesita. Lo llaman «decrecimiento», una perspectiva que no todos comparten.

Los obispos de Latinoamérica, Asia y África han enviado a los gobiernos una lista de posibles medidas ante la próxima COP30, la cumbre sobre el clima que se celebrará en Brasil en noviembre. Alertan sobre las «falsas soluciones» a la crisis, como las llamadas «energías verdes», pues se perpetúa la actitud de «saquear» recursos en países pobres para mantener la industria de las grandes potencias. El documento, dado a conocer el 1 de julio, propone que sea «transformado el sistema económico», pues «no basta con la transición energética». Comprar coches eléctricos es insuficiente: es preciso cambiar la mentalidad. Por ello, plantea seguir «un modelo alineado con los límites planetarios y con metas para el decrecimiento» para los países desarrollados.

«No significa que todos sean un poco más pobres ni privar a la gente de lo necesario para vivir, sino de ayudar a interrogarse sobre el ritmo de consumo», explica a Alfa y Omega uno de los autores del texto, el jesuita congolés Rigobert Minani, del Centre d’Etudes pour l’Action Sociale. «No es sostenible que los países desarrollados actúen al ritmo que lo hacen y priven al sur de medios de subsistencia. Nuestro planeta no se lo puede permitir». Pone el ejemplo de «familias donde todos sus miembros tienen su propio coche en lugar de compartirlo»; o cuando «se compran muchos más alimentos de los necesarios y lo que sobra se tira». «Parecen cosas pequeñas, pero el hemisferio norte ha ido más allá de sus necesidades y eso se sostiene con los recursos de países en vías de desarrollo».

Algunas ideas
  • El texto Un llamado por la justicia climática y la casa común es obra de expertos de las entidades episcopales de África, América Latina y Asia.
  • 80 % de la responsabilidad del calentamiento global es de los países desarrollados, asegura Minani.
  • Los obispos del sur quieren que su voz se escuche en la COP30, que el Gobierno de Lula da Silva acogerá en Belém (Brasil) del 10 al 21 de noviembre.
  • «En nombre de la transición energética se arrasan comunidades en busca de litio o níquel», denunció el cardenal Ambongo, líder de los obispos africanos.
  • 0,4 ºC ha subido la temperatura global en solo dos años. Ha alcanzado ya 1,55 ºC respecto 1850-1900.
  • No es el primer documento eclesial para una COP. Francisco escribió Laudato si de cara a la de París (2015) y Laudate Deum, a la de Dubai (2023).

«La propuesta es replantearse la economía dominante, diseñada priorizando el crecimiento ilimitado, la acumulación y el consumo sin considerar los límites ecológicos ni las desigualdades estructurales», asegura a Alfa y Omega un asesor de los obispos brasileños que ha trabajado en el documento. «Se trata de cuestionar quiénes deben decrecer, en qué y para qué, y cómo abrir espacio para que los pueblos históricamente empobrecidos puedan vivir bien».

Minani insiste en que «decrecimiento es no consumir más allá de lo necesario». Eso «ayudará a que los países del sur, que no tienen ni lo mínimo, puedan utilizar sus recursos para el propio desarrollo y la lucha contra el cambio climático».

En Roma, un economista que asesora a la Santa Sede comparte la visión de que el derroche y el descarte son insostenibles e intolerables; pero mira con cautela la teoría del «decrecimiento feliz», ligada a doctrinas del filósofo y economista francés Serge Latouche. «Estamos de acuerdo en que no es suficiente crecer cuantitativamente, pues también es necesario crecer cualitativamente. Pero para tener crecimiento cualitativo también se necesita el cuantitativo. Crecemos demasiado poco y eso impide mejorar la calidad del crecimiento», apunta.

En su opinión, «el decrecimiento feliz es una visión idealizada y distorsionada del pasado; como si en aquel entonces no hubiera habido pobreza y todos fueran felices. La idea es que retrocediendo se avanza; pero, por desgracia, no es así: retrocediendo, retrocedemos». Además, «en Europa hace pocos años fue una bandera de movimientos populistas, pues se podía explotar políticamente», avisa.

Cifras
  • 80 % de la responsabilidad del calentamiento global es de los países desarrollados, asegura Minani.
  • 0,4 ºC ha subido la temperatura global en solo dos años. Ha alcanzado ya 1,55 ºC respecto 1850-1900.

Guilherme Cavalli, periodista y ambientalista que investiga en la Universidad de Heidelberg (Alemania), asegura que la propuesta de decrecimiento del documento eclesial no se reduce a las ideas de Latouche. En este caso, «va un paso más allá y amplía el concepto para incluir justicia social, descolonización y otras formas de saberes autóctonos».

En su opinión, en el pasado «las economías se organizaron para transformar materia en mercancía. Ese crecimiento económico continuo y lineal exige cada vez más recursos». «Es un modelo de vida imperial para garantizar el bienestar de unos pocos. Mientras el debate siga restringido a cuánto se puede explotar, sin invertir la relación con el planeta como agente vivo, no abordará la justicia social ni la desigualdad», asegura.

Para la Iglesia, este cambio de paradigma para afrontar la crisis climática se presenta como «conversión ecológica». Cuando el cardenal brasileño Jaime Spengler presentó el documento en el Vaticano, avisó de que no está en juego solo el presente: «Si el primer mundo no es capaz de hacer renuncias, no avanzaremos. O tenemos el coraje de tomar decisiones valientes, o no sé cómo será el futuro de las próximas generaciones».