«Nos protegemos para proteger a los demás» - Alfa y Omega

«Nos protegemos para proteger a los demás»

Los capellanes de hospitales y residencias de mayores han sido los primeros sacerdotes en vacunarse frente al coronavirus, por «responsabilidad» hacia enfermos y ancianos

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Ismael Mateo recibe la primera dosis de la vacuna. Foto cedida por Ismael Mateo

Entre el prácticamente millón de personas que ya han recibido la vacuna contra la COVID-19 en España se encuentran muchos sacerdotes, todos ellos capellanes de hospitales o de residencias de ancianos. Según el convenio que cada provincia eclesiástica mantiene con las diferentes comunidades autónomas, estos sacerdotes están considerados personal del hospital o de la residencia, y por ello deben recibir la vacuna como un trabajador más.

Uno de ellos es Ismael Mateo, capellán y gerente de la residencia de los Santos Reyes, en Benisanó (Valencia). El centro pertenece a la parroquia desde hace más de 40 años y las medidas que se implantaron nada más iniciarse la pandemia de coronavirus hicieron que no haya habido ningún caso positivo en todos estos meses. «Por eso hemos sido la primera residencia de mayores elegida por la Consejería de Sanidad en realizar la vacunación», afirma Mateo.

Junto a los mayores y al resto de profesionales que trabajan en el centro, Ismael recibió la primera dosis de la vacuna el 27 de diciembre, y la segunda el pasado lunes. «Nos han dicho que siete días después de la segunda dosis seremos inmunes en un 95 %», revela, aunque recibieron la vacuna «con incertidumbre, porque esto es algo nuevo y no sabemos qué efectos podría tener para nosotros». Sin embargo, «hasta ahora todo ha ido bien y no hemos tenido reacciones». En cualquier caso, menciona la «responsabilidad» a la hora de «protegernos para proteger a los demás».

Ismael Mateo cuenta también que entre los 35 ancianos de la residencia no ha habido ningún positivo desde que empezó la pandemia, «pero ha sido muy duro para ellos, porque han estado confinados en sus habitaciones y no han podido ver a sus familiares». En verano las medidas se relajaron, pero con las nuevas oleadas del virus han tenido que volver al confinamiento.

«Han perdido capacidades, y algunos están muy tristes y se sienten desamparados», explica su capellán. Por eso, tanto los mayores como los profesionales miran la vacuna con esperanza. «Esperamos que esto nos permita aliviar las medidas de distancia social y que, aunque sigamos tomando precauciones, nos sirva para que puedan salir más y ver a sus familias». «También dependerá de cómo evolucionen los contagios en el pueblo. Ellos lo necesitan, porque desde marzo lo están pasando muy mal», añade.

Magí Pibernat frente al hospital donde es capellán. Foto cedida por Magí Pibernat

Una campaña necesaria

En Madrid, Magí Pibernat, uno de los capellanes del hospital Ramón y Cajal, cuenta que ellos se están vacunando «como cualquier otro empleado del hospital que esté en primera línea en contacto con enfermos, dado que nuestro riesgo de contagio es mayor que el que podamos tener en el metro o en el súper».

Pibernat recibió la primera dosis de la vacuna el martes a primera hora de la mañana, confiando en los pasos que se han dado hasta llegar a este momento: «tenemos que fiarnos de los científicos», afirma. Además, sobre la novedad que supone recibir la vacuna, el capellán bromea diciendo que ha hablado «con algunos compañeros en otros países que están más adelantados con el calendario de vacunación y me han dicho que de momento no les han salido escamas ni se les ha vuelto la piel verde». Al final, está seguro de que «van a ser más los beneficios que los perjuicios, y nos vamos a tener que vacunar la mayoría para que esto termine pronto».