No he venido a abolir, sino a dar plenitud - Alfa y Omega

No he venido a abolir, sino a dar plenitud

Miércoles de la 10ª semana de tiempo ordinario / Mateo 5, 13-16

Carlos Pérez Laporta
Foto: Freepik.

Evangelio: Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Comentario

En ocasiones el discurso de Jesús es disruptivo: nadie se ha atrevido a decir lo que él dice; nadie ha pretendido tanto. Su vitalidad es inaudita. Por eso, se comprende que —tanto ayer como hoy— haya gente que tenga la tentación de confundir el impulso de Jesús con un salto al vacío.

De ahí la precaución de Jesús: «no he venido a abolir, sino a dar plenitud». Jesús no necesita romper con el pasado de Israel para renovarlo. Como tampoco necesita deshacerse de nuestro pasado para renovar nuestra vida de día en día con vitalidad siempre nueva. Toda nuestra historia queda recogida y recompuesta cuando nos encontramos con Él. Es como cuando un padre tiene su primer hijo: al verlo por primera vez descubre que todo el recorrido de su historia, con todas sus zozobras y aparentes desatinos, se orientaban a ese punto. Toda la vida del padre queda así recogida e incluso perdonada en la plenitud y cumplimiento que ese ese hijo. Lo mismo nos ocurre con Jesús: la historia de nuestra infancia, nuestras búsquedas adolescentes, nuestros cambios adultos encuentran su redención en la relación con Cristo; pues, ¿no era lo que Él nos tiene reservado aquello que buscábamos con cada uno de nuestros actos (incluso cuando pecábamos)? Toda la historia de Israel, con su Ley y sus profetas, y toda nuestra historia, con cada una de sus determinaciones e intuiciones, se cumplen en Cristo y lo que Él nos ha destinado.