Estoy convencido de que estamos viviendo una época apasionante. Es cierto que han surgido nuevas ideologías y movimientos como el relativismo, la posverdad, la cultura woke, el transhumanismo, etc., que para algunos son una especie de plagas bíblicas que están destruyendo los valores fundamentales de Occidente; entre otros, el cristianismo. No niego que esto sea verdad.
Sin embargo, depende de si vemos la botella medio llena o medio vacía. En el segundo caso, podemos pensar que todo está envuelto en el caos y el mundo se hunde. Pero también podemos ver en estas ideologías una oportunidad para que la fe cristiana sirva como filtro purificador de todos ellos, como hizo en los orígenes de la predicación cristiana en su encuentro con las distintas culturas: tomar de ellas aquello que permitía una mejor explicación de la fe y dar respuestas a todas las preguntas que los movimientos culturales de entonces planteaban. En el diálogo con la cultura, los movimientos, ideologías de cada época, el cristianismo ha encontrado caminos para comprender mejor al ser humano y hacer una propuesta evangélica más auténtica. Y es precisamente en este proceso de diálogo como el cristianismo puede discernir lo bueno y verdadero que hay en todos ellos y generar de este modo un humanismo antropocéntrico integral, como nos propone Ricardo Mejía Fernández en este libro.
En él hay una «provocación dirigida en una doble dirección: hacia los que sufren una tecnofilia idolátrica que les impide experimentar la realidad, así como hacia quienes les aflige la tecnofobia irracional, que les resguarda en las cavernas de la ignorancia con respecto al poder tecnocientífico del presente», que «de seguro, crecerá en el futuro».
La obra tiene dos partes. En la primera Mejía hace una crítica, en el sentido más genuino —analizar pormenorizadamente algo—, donde presenta las cuestiones fundamentales del movimiento transhumanista, como el deseo de vivir, la amenaza al fracaso, la comprensión del ser humano como una máquina, la eugenesia y la fe ultrasecular. La segunda tiene un fin propositivo y busca no solo dialogar con el transhumanismo integral sino, y creo que es lo más importante, presentar lo que podía llamarse una tercera vía. Como subraya, no se trata de atacar ni humillar, sino de proponer alternativas de sentido a partir de la propuesta humanista de inspiración cristiana de Jacques Maritain y de los personalistas y fenomenólogos del siglo XX.
Este libro es un desafío a la inteligencia de todo creyente que busca la verdad y un diálogo valiente con el mundo. Me recuerda aquello que decía Orígenes en el siglo II: «Todo lo que encontramos de bueno y razonable en nuestros enemigos […], tenemos que purificarlo».
Ricardo Mejía Fernández
Encuentro
2025
336
24 €
