Muere el preso 24.255
Hermann Scheipers, sacerdote católico alemán que fue prisionero durante el nazismo en el campo de concentración de Dachau, falleció el jueves en Münster a los 102 años. Para no olvidar nunca su paso por el campo de concentración, llevaba cosido a su chaqueta el número 24255, con la tela a rayas de la vestimenta de los presos
«Soy un apóstol de Jesucristo» señaló el sacerdote, durante una visita a España en 2011. Cuando se refería a las torturas a las que fue sometido, asentía con serenidad que Jesús ya había le había precedido: «Así como a mí me persiguen os perseguirán a vosotros».
Con 24 años, Scheipers fue ordenado sacerdote, y entre 1941 y 1945 fue prisionero en Dachau. Lo internaron en el campo de concentración por la asistencia religiosa que daba a los polacos condenados a trabajo forzosos. Antes, en la cárcel de Leipzig, la Gestapo lo había presionado para que renunciara a su sacerdocio. En la oficina de seguridad del Reich en Berlín constaba por escrito su condena en los siguientes términos: «Scheipers es un defensor fanático de la Iglesia, es propenso a generar intranquilidad a la población, por lo que ordenamos su internamiento en el campo de concentración de Dachau».
«El haber sobrevivido corporal y espiritualmente al infierno se lo debo exclusivamente a mi fe», explicó. Para no olvidar nunca su paso por el campo de concentración, llevaba cosido a su chaqueta el nº 24255, con la tela a rayas de la vestimenta de los presos.
Escapó durante la marcha de la muerte. Pero la segunda parte de su vida no fue más fácil. Padeció la persecución comunista en la parte oriental de Alemania, dominada por la Unión Soviética desde la II Guerra Mundial hasta la caída del muro en 1989. Fue nombrado prelado de honor de Su Santidad por Juan Pablo II en 2003.
Murió nuestro querido amigo Hermann Scheipers a los 102 años en Ochtrup (Münster). Muere el último sacerdote alemán superviviente prisionero en el campo de concentración de Dachau durante 1941-1945; después sufriría la persecución del régimen comunista en la República Democrática Alemana. En 1989 tras la caída del muro de Berlín volvió a su pueblo natal. Su vida fue un ejemplo de cómo con Dios se puede todo. Decía que durante esos años en el campo de concentración Dios lo sacó de la mediocridad. En la persecución y en el sufrimiento fortaleció su fe y su vocación.
Murió en silencio y en la paz; hasta el último momento estuvo consciente y sereno. En mi último encuentro con él me contaba una y otra vez cómo sobrevivió en el campo de concentración, cómo se escapó durante la marcha de la muerte pero sobretodo cómo otro sacerdote muy enfermo le dio su pan. «Muriendo, me regaló su pan». Este gesto le marcaría durante toda la vida, allí vio claramente como Dios mismo se entregaba.
Hermann Scheipers visitó España a sus 97 años, recuerdo de forma especial su energía, sus ganas de vivir y compartir, su sentido de humor. Pero sobre todo transmitía paz y perdón. Su vida fue un testimonio de esperanza en la adversidad. Recuerdo con la pasión con la que hablaba, con que fuerza y firmeza nos hacía ver que solo Dios basta.
Gracias padre Scheipers por su vida, por visitar España y por hacernos llegar el testimonio de lucha de Iglesia católica durante el régimen nazi y por darnos tantas pistas para encontrar y ver Dios en todo.
María Isabel Rodríguez Peralta / Movimiento Cultural Cristiano