Misionera española en Mozambique: «Vivimos una epidemia constante: sida, hambre...»
La religiosa de los Sagrados Corazones Maru Cornejo reconoce que si la pandemia azota al país con la misma virulencia que en Europa las consecuencias serían devastadoras
Maru Cornejo, religiosa de los Sagrados Corazones y enfermera, es misionera en el sur de Mozambique. Trabaja en zonas rurales en la prevención y promoción de la salud con una población muy inmunodeprimida y golpeda por enfermedades como el sida o la tuberculosis, además de la plaga del hambre. Le preocupa que el COVID-19 pueda entrar con fuerza en el país, pues sus efectos serían desvastadores, y, por eso, llevan ya semanas realizando un importante trabajo de prevención.
De hecho, en estos momentos el número de contagios no supera los 70 y no cuentan ningún fallecido. «El hecho de que haya llegado primero a los países más ricos nos ha dado ventaja en el ámbito de la prevención. Hemos visto que si esto estaba sucediendo allí, qué no puede pasar aquí», reconoce en entrevista con Alfa y Omega, facilitada por Obras Misionales Pontificias en España.
En estos momentos, viven la situación entre la tranquilidad y la incertidumbre, sabiendo que lo más que pueden hacer es «trabajar en la prevención». De hecho, apunta, el Gobierno del país está siendo muy estricto con el control de los viajeros, sobre todo los que proceden de Sudáfrica, uno de los países africanos más afectados por el coronavirus.
Dificultad para el confinamiento
Cornejo reconoce, por contra, que aunque se estén reforzando las medidas preventivas, allí es muy complicado hablar de confinamiento, pues «no tienen las condiciones adecuadas para almacenar alimentos». «La gente se levanta por la mañana para comer ese día. ¿Cómo le dices a la madre que no vaya a vender o a comprar?», apunta.
Lo que más le preocupa, si llega el COVID-19 con la misma virulencia que en Europa, es la gran cantidad de población vulnerable, con problemas de inmunodepresión, de malnutrición o con enfermedades como el sida o la tuberculosis. «Para nosotros, el coronavirus sería un problema añadido, otro problema más. Vivimos en un contexto de epidemia cada día, por ejemplo, con el sida, que afecta a una cuarta parte de la población de la zona. Cuánta gente muere de malaria o por no tener qué comer. Cuando preguntas, te dicen: “No me voy a morir del bicho, pero sí de hambre”. El coronavirus será pasajero, pero lo nuestro es diario», explica.
Según cuenta, los mozambiqueños están «asombrados» con que la Europa rica y desarrollada esté sufriendo esta crisis de una manera tan intensa: «Pensaban que estas cosas le pasaban solo a ellos y no a la gente blanca, que tiene dinero».