Mientras el mundo arde - Alfa y Omega

Muchos medios están presentando los resultados de la consulta sinodal en diversos países como un catálogo de reivindicaciones, como el sacerdocio de la mujer, el celibato opcional o el replanteamiento de la autoridad episcopal. Conviene ser cautos con esas informaciones, como dejó claro el portavoz de la CEE, Luis Argüello. Además de situar los temas más vistosos en su justa dimensión y contexto, explicó que el tema que ha suscitado más interés y preocupación en las diócesis españolas ha sido el de la Eucaristía, aunque nadie lo haya destacado.

Con ese motivo, Argüello habló de la Iglesia como una realidad en la que «mesa y camino» se entretejen continuamente. Se refería a la mesa de la Eucaristía, y a ese caminar juntos con el Señor para afrontar las circunstancias de la historia que nos toca vivir, que es el núcleo de la insistencia sinodal del Papa. Es posible que el mismo desenfoque que se ha producido en España haya tenido lugar en otros países, pero es cierto que algunos están presentando los resultados de esta primera fase sinodal como un ariete para forzar una reforma a golpe de consulta, olvidando lo que el propio Francisco viene subrayando desde el principio: que la sinodalidad es la dimensión histórica de la comunión eclesial, en la que se encuentran vinculados el sensus fidei del pueblo de Dios, la autoridad de los obispos, y la unidad en torno al Papa como cabeza.

La imagen de mesa y camino es oportuna para iluminar este momento. La mesa hace referencia a la comunión, a la caridad y acogida recíprocas, a la amistad cristiana que encuentra en la Eucaristía su alimento y su fuente. Esa amistad está constitutivamente orientada a la misión, hacia el camino de la Iglesia que acompaña con su anuncio las vicisitudes de los hombres. Y llama la atención que, en la inmensa mayoría de los relatos (¡cuidado con los relatos!) sobre la consulta sinodal, no aparezca la pregunta que más debería escocernos: ¿cómo comunicar la fe en este cambio de época? Si así fuera, estaríamos entretenidos en nuestras cuitas internas mientras el mundo arde y la gente espera el testimonio que solo nosotros podemos ofrecer.