Mi cáliz lo beberéis - Alfa y Omega

Mi cáliz lo beberéis

Martes de la 16ª semana de tiempo ordinario. Santiago Apóstol / Mateo 20, 20-28

Carlos Pérez Laporta
Santiago Apóstol. Vidriera de la iglesia de San Pedro, Chemillé, Francia. Foto: María Pazos Carretero.

Evangelio: Mateo 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.

Él le preguntó:

¿«Qué deseas?».

Ella contestó:

«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». Pero Jesús replicó:

«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron:

«Podemos». Él les dijo:

«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:

«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.

Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

Comentario

¿Tiene sentido seguir hablando de un patrón santo para nuestra tierra? ¿No tuvo proféticamente razón Manuel Azaña cuando dijo que España había dejado de ser católica?

En primer lugar, el patrón no es un rey o una figura de poder; el patrón es un apóstol. Él vino a evangelizar cuando las gentes que habitaban aquí no habían oído hablar de Jesucristo. Él es patrón precisamente por eso. Eso ya nos indica que lo que celebramos hoy no es una situación política; no, hoy celebramos la memoria del santo que trajo a Cristo a estas tierras: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo». En ese sentido, se enmarca con claridad la misión de los cristianos en este país: no es la de dominar políticamente, sino la de dar a conocer a Cristo a aquellos que le desconocen.

En segundo lugar, el patrón es un mártir. Santiago fue martirizado por dar testimonio de Cristo resucitado: «¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?». Mártir significa testigo. En ese sentido la fiesta de hoy nos indica que nuestro camino no es el del triunfo social, sino el del martirio, el de dar testimonio de Cristo; que eso pueda conducir a la victoria política o a la muerte martirial es secundario: lo esencial es dar la vida por Cristo, estar dispuesto a que la vida propia esté al servicio del conocimiento de Cristo. «Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Eso significa que debemos distinguir con claridad entre Cristo y la situación política, entre religión y política. Tenemos que darnos cuenta de que nosotros somos sobre todo y principalmente Iglesia y que nuestras acción y nuestra esperanza principal es la evangelización.