Mesa por la Hospitalidad en Madrid: «Con los inmigrantes y no para los inmigrantes» - Alfa y Omega

Mesa por la Hospitalidad en Madrid: «Con los inmigrantes y no para los inmigrantes»

Rueda de prensa con motivo de la Jornada de Migrantes y Refugiados: «Si no se reconocen los derechos no podemos pretender exigirles responsabilidades»

Álvaro Real Arévalo
Un momento del encuentro. Foto: Sandra Madrid.

La Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia en Madrid ha pedido este miércoles, con motivo de la Jornada de Migrantes y Refugiados que se celebra el próximo domingo, libertad para que los migrantes puedan elegir quedarse o emigrar y mostró su trabajo de acogida, junto con el testimonio de una familia llegada hace cuatro años desde Argentina.

Rufino García, delegado episcopal para la Pastoral de Movilidad Humana de la archidiócesis de Madrid ha relatado, en la rueda de prensa, el trabajo de una Iglesia «que practica la hospitalidad y la inclusión». «Hasta el momento, más de 1.000 personas han sido acogidas y acompañadas —desde su comienzo en septiembre de 2015— pero tan importante o más que la cantidad es lo dado y recibido», afirmó el delegado poniendo en valor el proyecto de acogidas de emergencia a migrantes y refugiados.

El servicio de acogida también tiene una incidencia pública y así lo explicó el delegado: «Nunca queremos hacer lo que la sociedad y las administraciones públicas tienen que hacer, pero no siempre las administraciones públicas cumplen con esas responsabilidades». Una Iglesia samaritana, pero también de denuncia y profética.

El responsable de Migraciones de Madrid ha relatado algunas de las acciones que se llevan a cabo: «Siete capellanías de habla no hispana; acompañamiento a la pastoral con migrantes de habla hispana; la escucha, el acompañamiento en los CIE y el trabajo en red». Ha querido recordar que lo importante no es el cuánto, sino «que la acogida y la hospitalidad sean de calidad y calidez y que sean inclusivas, una pastoral que no sea para los inmigrantes, sino con los inmigrantes». El ejemplo de todo este trabajo lo ofreció Laura Facal.

Laura lleva ya cuatro años en Madrid. Llegó de Argentina con su esposo, Rodrigo, y sus hijas, Charo y Elena. Se encontraban sin trabajo. «Es una situación compleja en Latinoamérica tener más de 40 años y estar en paro», ha explicado. Dependían totalmente de sus padres para comer ellos y sus hijas. Tras un juicio laboral de Rodrigo con su última empresa consiguieron un dinero y lo emplearon en comprar unos billetes de avión, viajar a España y empezar de cero. Eso «implica encontrar una familia nueva».

Y eso fue lo que encontraron en España. Gracias a Cáritas pudieron comenzar esa acogida: fue «lograr la familia que no teníamos aquí». «No lo hubiera soportado si no hubiera estado la Iglesia», explicó la migrante argentina, que invitó a todos a conocer y ayudar en la labor de acogida. «No es solo recibir a gente en casa. Podemos ser voluntarios en algo: un café, prestando el oído… El inmigrante, a veces, no necesita vivir en un lugar específico, o dinero; necesita alguien que lo escuche y lo comprenda».

La parte jurídica y de reflexión sobre los derechos de los migrantes ha corrido a cargo de Ana Bosch, abogada de extranjería. La responsable de las visitas a los CIE en Pueblos Unidos ha defendido en su intervención que «hay que reconocer la dignidad intrínseca de los migrantes, por el mero hecho de ser personas, y otorgarle los derechos y deberes que la sociedad define para sus miembros».

«Hay que evitar que los emigrantes sean invisibles», explicó porque «se les empuja a que estén en un lugar clandestino de la sociedad». Ha pedido cambiar las leyes que sean racistas y no permanecer indiferentes ante las injusticias: «No podemos seguir mirando a otro lado».«Si no se reconocen los derechos no podemos pretender exigirles responsabilidades», ha afirmado.

También ha habido un momento para la reflexión internacional sobre los flujos migratorios. Tíscar Espigares, responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid, ha comenzado su intervención recordando el trágico naufragio que se produjo hace diez años en Lampedusa y en el que murieron 368 personas. En ese momento se puso en macha el proyecto Mare Nostrum, y en un solo año se salvaron 160.000 personas. «Durante los últimos tres años se ha producido un progresivo debilitamiento de las actividades de auxilio en el mar por parte de Europa», ha denunciado Espigares: «A día de hoy no existe ninguna operación europea de salvamento en el Mediterráneo, y las naves humanitarias de las ONG muchas veces son objeto de campañas de descrédito y obstáculos burocráticos».

Por último la lectura e interpretación del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado la ha realizado el profesor de la Universidad Pontificia Comillas José Manuel Aparicio poniendo en valor términos que pueden pasar desapercibidos en el mensaje: «Una de las claves del magisterio del Papa Francisco es su análisis de la realidad actual». Ha señalado que la palabra libertad es fundamental e implica el «derecho a no tener que emigrar».

«Mientras que no haya condiciones para que las personas no puedan migrar no habrá solución a los flujos migratorios», ha explicado el profesor, que ha defendido la necesidad de la creación de estructuras supranacionales que permitan dar respuesta al desafío de estos flujos.