Mes de mayo, mes de María - Alfa y Omega

«A tu puerta vengo, / la primera noche, / a cantarte el mayo / estrella del norte…». Estamos a treinta / del abril cumplido, / alegrarse damas / que mayo ha venido…». Así comienzan los mayos, unas coplas populares de amor que se cantaban en las puertas de las mozas durante la noche del 30 de abril hasta bien entradas las primeras luces del alba del día siguiente. Su origen es antiquísimo, pues las civilizaciones antiguas ya celebraban la eclosión de la naturaleza y la llegada de la primavera. En España conservamos mayosen los cancioneros del siglo XV, y en muchos pueblos la tradición de cantarlos ha llegado hasta hoy.

En las primeras horas del mes de mayo música, amor, fe y cariño inundan las calles. Y, como siempre en muchas tradiciones populares, aparecen juntos amor humano y amor divino. Antes de iniciarse las rondas para declarar el amor del hombre a la mujer es el momento de acercarse a la ermita de la patrona y declararle a la Virgen el amor de su pueblo, describiendo idealizadamente las facciones que adornan su cara y pidiendo la protección para sus gentes y cosechas. El primer mayo es siempre para la Virgen.

Pero este año, por las calles de nuestros pueblos no han pasado las rondas para cantarlos. Hemos estado como el protagonista del antiguo Romance del prisionero: «Sino yo, triste, cuitado, / que vivo en esta prisión; / que ni sé cuándo es de día/ni cuándo las noches son»… Llevamos ya muchos días viviendo una realidad distinta. Pero mayo es siempre primavera, es vida, es alegría, es el mes del amor, el mes de las madres y el mes de María. «Venid y vamos todos con flores a María», cantábamos hace muchos años en la escuela cuando llevábamos a la Virgen nuestros pequeños ramilletes de flores.

En algunas entrevistas en televisión cuando a la gente se le pregunta qué echa de menos y qué es lo primero que hará cuando esta situación acabe responden muchas cosas… Desde aquí proponemos un reto, el más importante de los muchos que nos han llegado por las redes sociales: visitar a nuestra Virgen, darle gracias y pedir su protección.