Mediterráneo, «cuna de muchas violencias»
El Papa viaja este domingo a Florencia para asistir a un encuentro internacional con alcaldes y obispos de la región del Mediterráneo, como continuación al de Bari en 2020
La ruta del Mediterráneo central, que conecta Túnez y Libia con Malta e Italia, es la más mortífera de la Unión Europea. El año pasado, al menos 1.864 personas murieron ahogadas. Una tragedia silenciosa consumada por las profundas desigualdades que enfrentan a los países que comparten las aguas del mar Egeo. La diferencia entre los ingresos de una familia media que vive en el norte respecto a otra del sur es abismal.
La Iglesia está trabajando para devolver a esta frontera maldita –que se extiende por tres continentes, Asia, África y Europa– el resplandor del pasado y convertirla de nuevo en un foco de paz y convivencia. En febrero de 2020, la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) organizó en Bari un minisínodo con obispos y patriarcas para promover el rol de las iglesias cristianas como artesanas del diálogo y la escucha. Tras el parón de la pandemia, repiten en Florencia desde este domingo con la presencia del primer ministro italiano, Mario Draghi; del presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, y del Papa Francisco. El vicepresidente de la CEI, Antonino Raspanti, asegura que uno de los principales desafíos es la «transmisión de la fe» a las jóvenes generaciones «en un mundo cada vez más secularizado». Además, plantea que los cristianos no pueden ser «indiferentes» a los desequilibrios económicos que desatan las migraciones. «Las huidas son peligrosas. Lo arriesgan todo y pueden acabar en el fondo del mar», asegura. «Esta zona es también la cuna de muchas violencias, e incluso de situaciones de guerra. La crisis de Ucrania y Rusia nos incumbe a todos», incide.
El Mediterráneo es también el mar más contaminado, sobre todo, por la presencia de microplásticos. Por eso, la Iglesia italiana ha organizado una conferencia con expertos para tratar esta problemática.
Las reuniones de los obispos, que concluirán el 27 de febrero, se estructurarán en torno a dos temas clave: la ciudadanía y el papel de las religiones. «Nos pararemos a reflexionar sobre los derechos y los deberes de las comunidades religiosas en las ciudades y su papel como agente transformador de la sociedad», explica Raspanti. En este sentido, destaca que el diálogo entre los líderes religiosos, más que discernir sobre «la fe en lo sobrenatural», tiene que sentar las bases para contribuir a la fraternidad y la paz. En muchos ambientes la religión tiende a ser «arrinconada» como si no tuviera nada que decirle al hombre, pero «ocupa un espacio vital». Por eso, en este encuentro también participarán alcaldes de las distintas ciudades ribereñas del mar Mediterráneo. Siguiendo el espíritu conciliador del político italiano Giorgio La Pira, un hombre de fe y principios inquebrantables, los obispos trabajarán con los regidores en un documento sobre el bien común que será entregado al Papa.