Más de tres millones de jóvenes, con el Papa Francisco - Alfa y Omega

Más de tres millones de jóvenes, con el Papa Francisco

Resulta tarea imposible sintetizar en unas cuántas fotos la conmovedora intensidad de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, con el Papa Francisco. He aquí, solamente, unas cuantas instantáneas inolvidables

Redacción

¡Jesús nos ofrece un premio mejor que la Copa del Mundo!

Le quedó tiempo al Papa Francisco para agradecer la llave de oro de la ciudad que le fue entregada y para bendecir la bandera olímpica; los Juegos Olímpicos de 2016 tendrán como sede también la ciudad de Río de Janeiro, y también en Brasil será el Mundial de Fútbol del próximo 2014. El Papa recordó a los jóvenes: «Jesús nos ofrece un premio mejor que la Copa del Mundo».

Confirmado por el entusiasmo

La playa carioca de Copacabana nunca había visto a tanta gente, ni en el Carnaval ni en los grandes conciertos de los ídolos de la canción; desde el primer momento, un sirimiri persistente empapó a los peregrinos, pero el chubasco de Gracia y de Misericordia que empapó contagiosamente su alma fue mucho mayor. «Cristo vivo habita en vosotros –les dijo el Papa–, pero he venido yo también para ser confirmado por el entusiasmo de vuestra fe».

Haced todo lo que Él os diga

Mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría: éste fue el programa, sencillo y luminoso que el Papa Francisco señaló desde el santuario de la Virgen de Aparecida. «Hemos venido a llamar a la puerta de la casa de María –dijo–; ella nos ha abierto, nos ha hecho entrar y nos muestra a su Hijo. Ahora nos pide: Haced todo lo que Él os diga. Lo haremos con esperanza, confiados en las sorpresas de Dios y llenos de alegría».

Una economía más humana, que erradique la pobreza

El Santo Padre se reunió con los dirigentes políticos y sociales de Brasil, pero también con los más humildes, con los indígenas. A los primeros les señaló que «el futuro exige hoy la tarea de rehabilitar la política, que es una de las formas más altas de la caridad». No tuvo reparo, como se ve en la foto, de ponerse en la cabeza el sombrero que ponía en sus manos el jefe de una comunidad india. «El futuro –añadió– nos exige también una visión humanista de la economía que erradique la pobreza».

Supo hablar a cada uno

No cabía un alma más en la Avenida Atlántica que bordea la playa de Copacabana, pero el Papa Francisco, con un lenguaje sencillo, de contagiosa cercanía humana, supo encontrar la palabra exacta para hablar, personalmente, a cada uno de los más de tres millones de corazones. Interpeló y hasta provocó «¿Tengo en mi corazón la costumbre de quedar bien con Dios y quedar bien con el diablo?».

¿Miedo? ¿De qué?

Desde el primer instante de su llegada a Río de Janeiro, la multitud estrechó con su afecto al Papa Francisco. Como en el pasaje evangélico, todos querían tocarle y hasta hubo un momento de angustia cuando la seguridad empezó a ser problemática en medio de un imprevisto atasco en la llegada a Río. Después, el Papa bromeó sobre ello: «¿Que si tuve miedo? Según los planes de Dios, nadie muere en la víspera…».

Abrazar, abrazar…

Tanto en su visita a la comunidad de Varginha, como en su visita al Hospital San Francisco de Asís de la Providencia, el Papa no dejó de abrazar a la gente. Dijo en el Hospital: «Abrazar, abrazar: todos hemos de aprender a abrazar a los necesitados, como san Francisco. Hay muchas situaciones en Brasil, como en el mundo, que necesitan atención, cuidado, amor; sin embargo, lo que prevalece con frecuencia en nuestra sociedad es el egoísmo. Abrazar no es suficiente; hay que tender la mano y ayudar».

Gracias a la Madre

Después de doce horas de vuelo y de una inesperada y sorprendente conferencia, a bordo del avión de retorno a Roma, el Santo Padre tuvo tiempo para acercarse a la basílica de Santa María la Mayor y, como había hecho antes de partir hacia Río, postrarse de rodillas ante la imagen de María Salus Populi Romani, para darle gracias por el torrente de esperanza que ha suscitado su visita a Brasil.