Marta escribe a Isabel Celaá - Alfa y Omega

Soy Marta, tengo 14 años y una discapacidad del 77 %. Soy poco corriente si se me compara con los adolescentes de mis años. No crezco como lo hacen los de mi edad, aunque me alimenten con muchos lácteos, proteínas e hidratos de carbono.

Solo hay dos cosas que me estiran hasta el cielo: la ayuda de mi familia y mi colegio de Educación Especial. No sé escribir y mi tía lo hace siempre por mí. No articulo bien las palabras. Señora Celaá, si hablase conmigo no me comprendería porque solo el cariño y el amor capacitan para entenderme.

Mi familia y mi colegio especial son expertos en entregarme esa ternura. Soy diferente, al igual que usted lo es para mí. Cada uno somos únicos y eso nos hace distintos. Es más, somos irrepetibles. Nunca habrá nadie como yo, aunque me etiqueten como especial, y nadie habrá como usted, aunque habrá muchas ministras de Educación. Es la dignidad y valía lo que nos hace iguales. Aquí nadie es más que otro y supone que nos respetemos.

Sus palabras la han humillado a usted y al Gobierno del que forma parte. Me han hecho sentirme triste. Como ministra de Educación tendría que conocer todas las realidades diversas de los alumnos y acogerlas, y darles respuestas adecuadas. Además, pertenece a un Gobierno que dice abanderar un sistema progresista. Conozco el mundo en el que vivimos. Estoy inmersa en él y desde mi lugar le digo que nuestra dependencia precisa de servicios, colegios especiales, terapias, atenciones, cariño para que podamos progresar. Sin ello es imposible que avancemos.

Sus leyes y sus palabras frías nos hacen retroceder, nos discriminan, deforman nuestra realidad y llevan al engaño. El daño que está generando es enorme. Aún está a tiempo para que sus años de mandato dejen una huella imborrable en nuestras vidas. No nos dé la espalda. Nuestra fragilidad, nuestros padres, precisan de su buena gestión. No permita el cierre de los colegios especiales en los que nos sentimos tan felices y realizados.

Isabel Montañés Nerín
Escribo la carta en nombre de Marta Díaz y su madre Teresa Montañés.

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