Maria Lai en la Biblioteca del Papa - Alfa y Omega

Maria Lai en la Biblioteca del Papa

Los libros silenciosos de la artista italiana entran en diálogo con el patrimonio de la Biblioteca Vaticana en la exposición El arte de tejer la libertad

Victoria Isabel Cardiel C.
Enciclopedia de pan – Libros A y Z. Foto: Victoria I. Cardiel.

«La escritura me sugiere una relación entre la tinta y el hilo de coser y la posibilidad de dar un cuerpo a un hecho abstracto». La frase de la artista italiana Maria Lai (Ulassai, 1919 – Cardedu, 2013), reconocida en la historia del arte como la creadora de la primera obra de arte relacional italiana, resume lo que se esconde tras ese acto esencialmente femenino de tejer: una ventana abierta a otras realidades como el juego, la imaginación o la memoria.

Varios libros realizados en tejido etíope. Foto: Biblioteca Apostólica Vaticana.

Si seguimos la huella que van dejando los hilos en sus libros nos sentimos impulsados a descubrir otros mundos y a inventar nuevas cosmogonías mágicas. De hecho, los textos son ilegibles; están cosidos a máquina o bordados y la línea gráfica –que de lejos parece alumbrar un texto con significado– representa, en realidad, un camino astronómico e imaginario que también evoca la posibilidad de unir polos distantes.

Estos libros privados de contenido y, por tanto, silenciosos, se han hecho un hueco en la Biblioteca Apostólica del Vaticano en El arte de tejer la libertad, la segunda exposición que acoge este lugar sagrado de conocimiento. Una paradoja solo en apariencia: «Ves el texto de lejos y tipográficamente funciona, pero cuando te acercas ves que es ininteligible. No se lee», asegura el comisario de la muestra, Giacomo Cardinali. «De Maria Lai hemos aprendido a restarle preponderancia al contenido para enfocarnos en lo que va más allá: el material del que está hecho el libro, el modo en el que ha sido cosido y elaborado… Así hemos redescubierto partes de nuestro patrimonio que estaban poco valoradas. Por ejemplo, libros de hojas de palmera, de corteza de árbol o escritos en tinta dorada», que son algunas de las piezas que pueden verse en la muestra, abierta al público hasta el 15 de julio, todos los miércoles de 16:00 a 18:00 horas, con cita previa. A renglón seguido este estudioso reconoce que en la biblioteca del Papa no suelen ocuparse «de arte contemporáneo», pero incide en que están «realmente impresionados» con la figura de esta artista «extremamente abierta al mundo, a pesar de que decidió volver a su tierra, a la isla de Cerdeña, donde desarrolló la mayor parte de su obra». Una decisión periférica –que la alejó de los grandes centros culturales– para recuperar la tradición de su pueblo y exprimir el acto creativo como una forma de vincularse con sus vecinos y las cosas domésticas. En 1981 implicó a los habitantes de la isla en la creación de la obra Legarsi alla montagna (Atarse a la montaña), realizada en su ciudad natal. Anudaron las casas del pueblo, con 46 kilómetros de banda de tejido azul, hasta la montaña.

«El arte parece nada, como el aire, pero es indispensable para la existencia»
María Lai
Artista

Terracota, arena, tela, hilos, terciopelo, esmalte y témperas son materiales aptos para crear sus obras, lo que contribuye a crear una sinfonía personal de productos y técnicas que, con una mirada aguda e icónica, ponen en duda el reconocimiento de las formas de arte más elementales. El visitante también podrá admirar sus libros hechos de pan, otro elemento cotidiano que ocupa un puesto preponderante en sus creaciones, como material y como concepto. «Es muy evocativo pensar en el libro como algo nutritivo. Nos ha hecho pensar en todos los libros que han surgido en medio de una comida, como El banquete de Platón», asegura Cardinali.

La artista utiliza el hilo como en el mito de Ariadna, que ayuda a salir del laberinto. Foto: Giorgio Dettori.

La exposición se completa con dos magníficos Telares (1972); las obras de los Óleos de palabras (1997 y 1998), inspiradas en los versos de Federico García Lorca, o la instalación Invitación a la mesa (2004), rodeada por estanterías vacías del siglo XVII, en la que la mesa está puesta con libros y panes de terracota.