Madrid acogerá en noviembre la beatificación de 60 mártires vicencianos
El próximo 11 de noviembre, 60 víctimas de la persecución religiosa del siglo XX –sacerdotes, consagrados y laicos de la Familia Vicenciana nacidos en diversos lugares de España– serán reconocidos en la Iglesia como mártires de Cristo y beatificados en Madrid, por el cardenal Amato, tal y como ha dispuesto el Papa Francisco
El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha escrito una carta dirigida a párrocos y a directores de centros educativos y de otras instituciones de la Iglesia diocesana de Madrid, así como a todos los sacerdotes, consagrados y fieles para que «tengan tiempo para informarse, participar y beneficiarse de esta especial gracia de Dios». De esta manera, desea que toda la comunidad diocesana «se implique en esta celebración de los mártires», puesto que «la evangelización se hace en la comunión de los santos».
Al mismo tiempo, el purpurado se dirige a los peregrinos de la Familia Vicenciana «de otros lugares de España y del mundo entero», a quienes «esperamos para esta fiesta de los mártires». En la celebración del 400 aniversario de este carisma misionero, destaca la alegría de «poder darle gracias juntos a Dios por ese gran regalo». Y, en todo momento, con san Vicente de Paúl en el centro: «¡Qué bueno contar ahora con el ejemplo y la intercesión de estos hermanos que han vivido el carisma vicenciano hasta el testimonio supremo de la entrega de su vida por amor a Dios y a los hermanos!».
Rostros con nombre propio
Los nuevos mártires son 40 misioneros paúles –24 sacerdotes y 16 hermanos–, 2 hijas de la Caridad, 13 laicos de las asociaciones vicencianas y cinco sacerdotes diocesanos de Murcia, asesores de esas asociaciones. «Todos dieron su vida por Cristo y con Él durante la persecución de los años treinta del pasado siglo XX, en varios lugares de España», señala el cardenal. La mayoría de ellos (39) recibieron la palma del martirio en Madrid, mientras que un buen grupo estaba vinculado a la basílica de la Milagrosa: 14 misioneros y 6 laicos del barrio de Chamberí, padres de familia, que eran miembros de la Asociación Caballeros de la Virgen Milagrosa. Otros diez misioneros eran de la Casa Misión de Atocha; seis pertenecían a la Casa Noviciado de Hortaleza; tres a la Casa Misión de Valdemoro y uno a la pequeña comunidad de la calle Fernández de la Hoz.
Los otros 21 dieron su testimonio en Cataluña, Valencia y Murcia. Mártires en Barcelona fueron tres misioneros paúles y dos hijas de la Caridad; otro misionero paúl fue asesinado en Gerona; en Valencia, dos misioneros paúles y un joven hijo de María; en Murcia, un misionero paúl, cinco sacerdotes diocesanos y seis laicos hijos de María de la Medalla Milagrosa.
Caridad con los pobres y enfermos
El cardenal Osoro, además, menciona en la carta a los siervos de Dios José María Fernández Sánchez y Vicente Queralt Lloret. «Ellos encabezan las causas que se introdujeron en su momento en Madrid y en Valencia respectivamente», señala. El padre José María, asturiano que vivía en Madrid y había sido misionero en la India, era subdirector de las Hijas de la Caridad en España. El padre Vicente, catalán, era predicador de misiones populares, «evangelizador de los jóvenes, músico y poeta», residiendo en Barcelona. También hace alusión a las siervas de Dios Toribia Marticorena Sola y Dorinda Sotelo Rodríguez, hijas de la Caridad, «que se dedicaban al cuidado de enfermos tuberculosos en Barcelona». Así, «quiero destacar igualmente que, entre los nuevos mártires, hay un buen grupo de laicos, solteros y casados, jóvenes y adultos que cultivaban su fe y practicaban la caridad con los pobres y los enfermos en las asociaciones animadas por el carisma de san Vicente de Paúl y la devoción a la Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa».
Además, recuerda las palabras con las que san Vicente de Paúl escribía refiriéndose a la Congregación de la Misión: «¡Cuántos motivos tenemos para dar gracias a nuestro Señor por haber dado a esta Compañía el espíritu del martirio, esta luz y esta gracia que le hace ver como algo grande, luminoso, esplendoroso y divino, el morir por el prójimo, a imitación de nuestro Señor!». Eso mismo, continúa, «querríamos poder decir cada uno de nosotros y cada una de nuestras comunidades e instituciones en la Iglesia de Madrid». Así, «los nuevos mártires nos ayudaran con su ejemplo e intercesión».
Necesitamos el espíritu del martirio
En la provincia eclesiástica de Madrid, añade el prelado, «veneramos ya los sepulcros de 400 santos y beatos mártires del siglo XX». A ellos «les pedimos que intercedan por nosotros: necesitamos el espíritu del martirio para ser testigos auténticos de la Resurrección del Señor; para salir de nosotros mismos llevando el amor de Dios a todos, en especial a los enfermos y a los pobres». Solo así, destaca, «serán eficaces nuestros planes de evangelización».
Y concluye, encomendándose a la Reina de los Mártires, felicitando a la Familia Vicenciana «por los nuevos mártires, hijos suyos». Por ellos, escribe, «damos gracias a Dios y también a las generaciones de hombres y mujeres que han encarnado y encarnan entre nosotros el carisma de san Vicente de Paúl. Los nuevos mártires serán, sin duda, fuerza espiritual que vigorice la fidelidad a ese carisma tan hermoso y para su renovación».