Luis Font Marcet: «Los consumidores quieren marcas con una historia social» - Alfa y Omega

Luis Font Marcet: «Los consumidores quieren marcas con una historia social»

Fran Otero
Foto: Robingood.

Luis Font trabajó en la empresa de su familia y en una gran multinacional de alimentación. Le encanta el mundo empresarial, pero también el social. Así que decidió crear un híbrido: un proyecto rentable y que, además, ofrece un retorno a la sociedad. Eso es RobinGood, una marca de galletas y palitos de pan que da empleo a 150 personas en riesgo de exclusión social. Ha llegado ya a los supermercados.

¿Qué es RobinGood?
Es una marca de alimentos, sobre todo de snacks dulces y salados, elaborados por personas en riesgo de exclusión social. Nuestro reto es vender el máximo de productos para emplear al máximo de personas en riesgo de exclusión social en nuestros obradores.

¿Cómo es el modelo?
Trabajamos con obradores de fundaciones y centros especiales de empleo. Tenemos tres en Cataluña, uno en el País Vasco y otro en Aragón. En ellos fabricamos galletas, palitos de pan, cremas de verduras y risotto. Nosotros les facilitamos las recetas, elaboradas por el Basque Culinary Center, y nosotros también colocamos los productos en las grandes cadenas de supermercados.

¿Están ya en supermercados?
En el Corte Inglés, en gasolineras de Repsol, en aeropuertos y estaciones de tren, y en supermercados como BM, Alcampo y Carrefour.

¿Cómo surgió el proyecto?
Empezamos como una distribuidora de marcas sociales, pero nos dimos cuenta de que distribuidores había muchos, y no aportábamos valor. Sí había una necesidad de que a los supermercados llegasen marcas sociales. También pequeños fabricantes que no tenían medios ni la ambición de que sus productos llegasen a los lineales. El obrador de Huesca, que gestiona la Fundación Crisálida y se encarga de elaborar las cookies con chía, tiene ahora la posibilidad de vender en toda España y con una continuidad de facturación.

¿Qué tipo de personas trabajan en los obradores?
El 80 % tiene discapacidad intelectual, aunque también hay migrantes o exreclusos que apenas cuentan con estudios. Son personas que no pueden trabajar y con muchas dificultades para acceder al mundo laboral normalizado. En estos obradores hay educadores sociales y tienen más facilidades. La exigencia no es tan agresiva, aunque el producto es de máxima calidad.

¿Qué impacto tienen?
El más importante es el número de empleos que generamos. En 2021 fueron cinco y tenemos previsto doce en 2022 –llevamos cinco en estos momentos– y 18 en 2023. En total, entre los cinco obradores empleamos a 150 personas en riesgo de exclusión social.

¿Algún caso en particular?
Recuerdo a Álex, que estuvo en el obrador de la Fundación Crisálida. Sus padres lo abandonaron y sus padres adoptivos también, por tener una discapacidad intelectual. Llegó a pasar por centros penitenciarios. Me explicaba que trabajar mejora su autoestima y confianza, y que le ayuda a seguir adelante con sus problemas.

¿Por qué es importante que haya en el supermercado marcas con impacto social?
El consumidor tiene una mayor conciencia social y medioambiental, y quiere consumir marcas con propósito, con una historia social. Los consumidores premian a las marcas con valores. Van a aparecer muchas más. Las multinacionales pronto van a tener que incluir en su surtido productos con una vertiente social, porque el consumidor se lo pedirá. Y tendrá que ser creíble, no un lavado de cara.

¿Cómo ve RobinGood en el futuro?
Sueño con estar presente en todos los supermercados de España en un plazo de dos años. Y luego con replicar el modelo fuera. Nos gustaría llevar RobinGood a otros países. También queremos crecer en productos, fundamentalmente en los snacks, y tenemos en mente lanzar un nuevo proyecto para combatir el desperdicio alimentario. Ya tenemos una cerveza, Sr. Mendrugo, que se elabora con el pan que se tira en panaderías y supermercados.