«Los vecinos piden a la Iglesia ayuda para sobrevivir» - Alfa y Omega

«Los vecinos piden a la Iglesia ayuda para sobrevivir»

Cómo atender pastoral y materialmente a las víctimas de guerra ha sido el eje del Sínodo de la Iglesia ucraniana, celebrado en Roma del 3 al 13 de septiembre

Rodrigo Moreno Quicios
Maksym Ryabukha, obispo auxiliar de Donetsk. A la derecha: Vasyl Tuchapets, exarca de Járkov. Fotos: Rodrigo Moreno Quicios.

«No hay nadie en Ucrania que no haya sido golpeado por la guerra. ¿Cómo podemos reconfortar a nuestro pueblo?», se pregunta Maksym Ryabukha, obispo auxiliar de Donetsk. Es la misma pregunta que trasladó al Papa el 6 de septiembre en un encuentro junto al resto de obispos grecocatólicos de su país. Del 3 al 13 de septiembre han celebrado en Roma un Sínodo marcado por la guerra y la reflexión sobre cuál debe ser su papel como líderes espirituales. «Hemos hecho un análisis profundo de la situación en Ucrania y una investigación de posibles soluciones. Estoy sorprendido por la calidad del trabajo estos días», cuenta a Alfa y Omega.

Ryabukha está convencido de que la oración del Papa ha sostenido a los ucranianos durante los más de 550 días que llevan sufriendo la invasión rusa. «Para nosotros ha sido señal de un afecto que sana, hemos visto muchos pequeños milagros». Y también grandes, pues insiste en que el 25 de marzo de 2022, tras la consagración de Rusia y Ucrania al corazón inmaculado de María, el Ejército de Putin relajó el cerco en algunas regiones del país.Con todo, el auxiliar de Donetsk no esquiva la polémica y confirma que una parte sustancial de la conversación de los obispos grecocatólicos con el Papa giró en torno a, como adelantaron en un comunicado, su «dolor, sufrimiento y la decepción» ante sus declaraciones del 25 de agosto. Entonces Francisco animó a jóvenes católicos reunidos en San Petersburgo a conservar «la herencia cultural de la Gran Rusia». «El Santo Padre dijo algunas cosas difíciles de entender y aceptar para nosotros», explica Maksym Ryabukha. «Habló a los jóvenes rusos de la gloriosa vida de Pedro el Grande y Catalina II, dos personajes que no son ningunos santos». Según el obispo grecocatólico, ambos reyes «cometieron genocidios en los que los ucranianos se llevaron la peor parte».

Aquellos mensajes improvisados del Papa —y que el Vaticano contextualizó posteriormente— son uno de los motivos por los que el Papa adelantó y alargó una hora su encuentro con los obispos, para escuchar mejor lo que tenían que decir. «La sensibilidad a causa de la guerra es altísima y hay un gran cansancio de la gente después de más de 500 días de invasión», opina Ryabukha, quien considera que para animar a los jóvenes católicos rusos habría sido mejor «recordar el ejemplo de los santos, que son siempre constructores de paz». Pero a pesar de la polémica, reitera que «tenemos claro que el Papa ama a Ucrania y lo ha mostrado de diversos modos».

Vasyl Tuchapets, exarca grecocatólico de Járkov, se muestra también satisfecho con la conversación con el Papa sobre «cómo cuidar y sostener pastoralmente a la gente golpeada por la guerra». Sostiene que la invasión rusa «ha traído muchísima destrucción, porque mucha gente ha perdido la casa, a sus padres o sus hijos» y «ha dejado una marca indeleble en el espíritu de nuestro pueblo». En su encuentro con Francisco, Tuchapets pudo agradecerle el «sostén y apoyo» que la Santa Sede ha brindado a Ucrania desde el inicio de la guerra. «En el 2022, a través de la ayuda directa del cardenal Krajewski y nuestra iglesia Santa Sofía, en Roma, hemos recibido mucha ayuda humanitaria en Járkov». Sin embargo, revela que con el enquistamiento del conflicto se han reducido las donaciones al tiempo que aumentan las necesidades. «Mucha gente está volviendo a la ciudad, pero como las fábricas que antes eran numerosas ahora han sido bombardeadas, los vecinos no tienen trabajo y piden a la Iglesia ayuda para sobrevivir».

Su preocupación más inmediata es el invierno. Ya se están preparando para el frío desde la catedral de San Nicolás. «Es también un lugar de refugio y distribución de ayuda humanitaria», cuenta Tuchapets. De momento solo pueden garantizar la asistencia una vez a la semana a las 2.000 personas que les piden ayuda, 500 de ellas ancianas y el resto «madres con niños pequeños».

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