Los pobres desaparecen sin hacer ruido - Alfa y Omega

Los pobres desaparecen sin hacer ruido

No puede faltar la sociedad para abrir los ojos y estar atenta a cuándo su aportación puede ayudar. También antes del crimen

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Ibrahima Diouf, senegalés, y Tidiany Coulibaly, maliense, trabajaron como jornaleros para el mismo empresario en Villacarrillo, uno de los mayores exportadores de aceite de oliva del mundo. Su historia es casi paralela, con nueve años de diferencia: fueron a ver a su jefe, con quien habían tenido desencuentros, y no se los vio más. Tidiany desapareció en 2013; Ibrahima, en 2022. Al hermano del primero la Guardia Civil le ha dicho: «Ya no buscamos a tu hermano, buscamos el cadáver de tu hermano». El periodista Sergio Rodrigo Ruiz ha querido seguir dando eco a su historia en el documental  Jornaleros: el mal patrón.

Más sangrante aún es el caso de ella. Tenía entre 25 y 30 años con pelo castaño, vaqueros de la talla 31 y un pequeño tatuaje en la mano derecha. Encontraron su cadáver con numerosas heridas al borde de una carretera rural en Barcelona. Despojada hasta de su nombre. Como ella, hay en España otras seis mujeres muertas de forma violenta cuyos casos apenas se pueden investigar porque no se sabe nada de ellas; 45 en toda Europa. La Interpol sospecha que varias podían ser víctimas de trata. Explicaría por qué nadie ha denunciado su desaparición. Por eso, ha lanzado una campaña para pedir la colaboración ciudadana.

No se trata aquí de establecer un imposible ranking de desdichas. Basta constatar que los vulnerables —jornaleros, mujeres traficadas, mendigos, por no hablar de los miles de migrantes muertos en el mar— pueden desaparecer sin dejar rastro y sin apenas ruido mediático. Invisibles incluso para eso. Gracias a Dios hay quienes no olvidan, empezando por los cuerpos y fuerzas de seguridad que durante años y décadas mantienen las investigaciones abiertas. Pero no puede faltar la sociedad para abrir los ojos y estar atenta a cuándo su aportación puede ser de inestimable ayuda o contribuir a que no caigan en el olvido. También sin esperar a que haya un crimen de por medio.

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