Los obispos libaneses temen que el país se convierta en un escenario de guerra
Así lo advirtieron durante su asamblea mensual a la que asistió el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados. Les preocupa especialmente la tensión entre el Líbano y los países del Golfo
Los obispos maronitas advierten del peligro de que el Líbano se convierta en el tablero de los juegos de guerra de terceros países. Es la preocupación que han expresado en el marco de su asamblea mensual celebrada esta semana en la sede patriarcal de Bkerké de la que ha informado la Agencia Fides. Los prelados temen que intereses ajenos y distintas potencias regionales se sirvan de la tremenda crisis social del país para orquestar una guerra que use suelo libanés como campo de batalla. Se refieren, sobre todo, a la crisis diplomática abierta desde finales de 2021 entre el Líbano y cuatro países del Golfo: Arabia Saudí, EAU, Kuwait y Baréin. Los acontecimientos se precipitaron en octubre tras unas declaraciones de Georges Kordahi, ministro de Información libanés, en las que se posicionaba a favor de los hutíes contra los que combate la coalición encabezada por Arabia Saudí. El político aseguró que los hutíes solo se estaban defendiendo de la agresión de los países del Golfo que bombardeaban «funerales, bodas y hogares».
La tremenda situación económica y social que padece el pueblo libanés también estuvo en el centro de las reflexiones de este encuentro de los obispos maronitas al que además asistió el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado Vaticana. El diplomático fue enviado por el Papa Francisco para expresar su cercanía a los libaneses.
En marzo de 2021, en el vuelo de vuelta de su viaje a Irak, el Pontífice aseguró que desea visitar el Líbano, aunque puso una condición y era que sus políticos desbloquearan la formación de un gobierno. Desde la explosión del 4 de agosto de 2020 en el puerto de Beirut, el país de los cedros no contaba con un ejecutivo estable tras la dimisión del vigente. Se han dado ya algunos pasos para resolver la parálisis política como la convocatoria de elecciones presidenciales y legislativas, pero estos movimientos no están resultando suficientes como para paliar la debacle económica que ha sumido a 8 de cada 10 habitantes del Líbano bajo el umbral de la pobreza. Significa que, en la mayoría de las familias, incluidos los niños, se salta al menos una comida al día. Así lo señala el informe de UNICEF Survivre sans l’essentiel; l’impact toujours plus grave de la crise libanaise sur les enfants.
Los obispos maronitas repiten así el llamamiento del Papa Francisco de hace unos meses cuando convocó la Jornada de Reflexión y Oración por Líbano, un encuentro ecuménico que se celebró en el altar de la confesión la basílica de San Pedro. Entonces el Pontífice ya advirtió de las sombras que se ciernen en un país debilitado por la corrupción política, la pandemia y la explosión del puerto de Beirut. Imploró que el país de los cedros «no se abandone a su suerte o se deje en manos de quienes persiguen sin escrúpulos sus propios intereses». Y exclamó: «¡Basta de usar el Líbano y Oriente Medio para intereses extranjeros!».