Los obispos de Nicaragua condenan la persecución de opositores y medios de comunicación
La Iglesia ha enviado un mensaje a través de la Conferencia Episcopal días después de que el Gobierno de Ortega haya enviado a la cárcel a cuatro precandidatos presidenciales
Los obispos de Nicaragua han hecho un llamamiento para a evitar que en el país se «institucionalicen la restricción arbitraria e ilegal a las libertades ciudadanas, la persecución contra opositores y medios de comunicación, la persistente situación de injusticia, leyes en detrimento de los derechos humanos, asedio y hostigamientos políticos», a través de un mensaje de la Conferencia Episcopal publicado este viernes, 11 de junio.
El mensaje llega días después de que el Gobierno de Daniel Ortega haya enviado a la cárcel en los últimos días a cuatro precandidatos presidenciales. Son Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro, quienes tenían previsto presentarse a las importantes elecciones del próximo 7 de noviembre. Junto a ellos, han sido detenidos el expresidente de la patronal COSEP y miembro de la Alianza Cívica, José Adán Aguerri, y Violeta Granaera, socióloga y miembro de la Coalición Nacional.
Además, la Fiscalía del régimen de Ortega continúa un proceso de «entrevistas a periodistas, directores y representantes de medios de comunicación independientes por el caso de supuesto lavado de dinero ordenado en contra de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, por la que dos extrabajadores también están detenidos e incomunicados», según informa el diario El Confidencial de Nicaragua.
«Rechazamos todo aquello que pretenda dañar la paz, fundamentada en la justicia y el respeto a los derechos humanos», afirman los obispos del país en su mensaje, en el que aseguran que comparten «íntimamente con el pueblo sus angustias y anhelos frente a la amenaza de la pandemia de la COVID-19 —y han recordado a los sacerdotes, religiosos y religiosas e innumerables fieles comprometidos con el trabajo pastoral, contagiados y fallecidos en el servicio a sus hermanos—, la grave crisis institucional, política, económica y el panorama de las próximas elecciones».
Los obispos expresan abiertamente que «quieren y prefieren» para Nicaragua «un sistema democrático, donde la autoridad política es responsable ante el pueblo y los organismos representativos deben estar sometidos a un efectivo control por parte del cuerpo social». Por ello, abogan por unas elecciones «libres, creíbles, observadas nacional e internacionalmente, que permiten, a su vez, la elección y también la sustitución de los representantes».
Además, indican que «todos debemos exigir con los medios disponibles, el respeto al voto del pueblo para que, como resultado de elecciones libres y transparentes, surja un Gobierno elegido por el pueblo soberano». Aquí piden a los fieles que, «en conciencia, elijan representantes que respeten la dignidad de la persona, los derechos humanos, la libertad, la vida desde la fecundación en el vientre materno hasta su muerte natural y la familia natural y tradicional como Dios la creó». Estos principios, recalcan, son «para nosotros imprescindibles, impostergables e indiscutibles». También, insisten en «no olvidar y volver la mirada hacia las personas que sufren por un familiar asesinado, desaparecido, perseguido o privado de libertad».
Citando la Centesimus annus, los prelados nicaragüenses recuerdan la importancia de la división de los poderes del Estado: «Es preferible que un poder esté equilibrado por otros poderes y otras esferas de competencia, que lo mantengan en su justo límite. Es este el principio del Estado de Derecho en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres».
Finalmente, la Iglesia en Nicaragua ha convocado al país a la oración, incluyendo jornadas en todas las parroquias de Nicaragua, a las que han pedido promover horas santas, vigilias y oración permanente durante la exposición del Santísimo, desde el inicio de la adoración por la mañana hasta su término, al atardecer. También han solicitado el rezo diario del rosario «por el fin de la pandemia, la conversión y la paz de Nicaragua», incluyendo la consagración a la Virgen María a partir de este 12 de junio, fiesta del Inmaculado Corazón de María, hasta el 15 de junio, con la celebración de la Asunción.